
Mérida
Fecha del viaje: Diciembre de 2022
En Diciembre de 2022 hicimos un viaje corto a Extremadura, íbamos a pasar dos noches en Mérida. De camino, hicimos una parada en Trujillo, donde paramos a desayunar y estuvimos hasta la hora de comer. En total, algo más de tres horas recorriendo la ciudad. Podéis leer el artículo sobre la visita a Trujillo aquí.
Recomendaciones importantes
- Para poder ver bien los principales monumentos de la ciudad, lo mejor es dedicarle a Mérida dos días, o al menos día y medio.
- La mejor hora para fotografiar el templo de Diana es por la tarde, ya que no hay sombras molestas. Lo mismo se puede decir del acueducto de los milagros, la luz del atardecer lo realza muchísimo.
- En el restaurante "Las siete sillas" que está dentro del complejo del teatro y anfiteatro, comimos muy bien y a buen precio.
- Si os podéis dar el capricho, el mejor alojamiento de Mérida (o al menos el que tiene más encanto) es el Parador, situado en un antiguo convento. A nosotros nos gustó mucho.
Día 1
Después de la parada en Trujillo, llegamos a Mérida a la hora de comer. Nuestro alojamiento era el Parador, situado en pleno centro de la ciudad, en un convento barroco del siglo XVIII fundado por la orden hospitalaria de los monjes franciscanos sobre las ruinas del templo dedicado a la Concordia de Augusto. Fuimos en coche hasta el mismo parador, ya que tiene aparcamiento privado.
Nos encantan los paradores, son alojamientos maravillosos, situados por lo general en edificios con un encanto y belleza fuera de lo habitual, y con un personal realmente profesional. Aunque por el precio no vamos tanto como nos gustaría, pero de vez en cuando sacan alguna oferta muy interesante, sobre todo si te organizas para dormir allí una noche que no sea Viernes o Sábado.
Una vez instalados en nuestra habitación, salimos a comer, que ya teníamos hambre otra vez. Desde el parador al templo romano hay muy poca distancia, así que fuimos para allá y acabamos comiendo en uno de los restaurantes que hay en la misma plaza donde está el templo de Diana.
En las dos fotos de abajo, llegando a nuestro flamante parador, a la izquierda; y a la derecha el arco de Trajano, un arco gigantesco que formaba parte de una entrada monumental que conducía al foro provincial, el centro administrativo y religioso de la colonia romana Augusta Emerita. Estaba al lado del parador.
Abajo, fotos de uno de los monumentos más famosos de Mérida, el templo de Diana. Como he comentado antes, comimos en la terraza de uno de los restaurantes que hay en esa misma plaza. Para fotografiarlo, la mejor hora es por la tarde. Aquí abajo podéis ver las fotos (sacadas sobre las 15:30), al día siguiente volvimos por la mañana para visitarlo por dentro y la luz era peor, había más zonas de sombra.
En la primera foto, a la izquierda se puede ver un poco la terraza donde comimos. Un menú bastante aceptable. Después de comer dimos un paseo, y cruzamos el puente romano sobre el Guadiana, que al atardecer tenía una luz muy bonita.
Este puente fue construido en el siglo I a.C. y es el segundo puente más largo construido por el imperio romano (el mayor fue un puente sobre el rio Danubio del que hoy día no queda nada). Es decir, el puente de Mérida es el mayor del mundo aún en pie levantado por Roma. Se ha conservado muy bien, gracias a estar construido con sillares de granito, y como no, a la increible ingeniería romana, adelantada siglos a su tiempo.
Cruzarlo es ya un paseo en sí mismo, ya que mide aproximadamente unos 800 metros de largo, y tiene 60 arcos de medio punto.
En la orilla opuesta no hay mucho que ver realmente. Al poco de llegar a su extremo, volvimos a cruzar el puente en dirección al centro histórico. Paseamos hasta que se hizo de noche, lo cual en Diciembre ocurre bastante pronto, y entramos a merendar en una pastelería. Luego volvimos al Parador a descansar un rato. Más tarde salimos de nuevo para cenar.
Día 2
Un nuevo y soleado día. Teníamos el día completo para recorrer la ciudad, ya que íbamos a dormir dos noches en el Parador. Cuando uno duerme en un sitio como éste, el desayuno es casi un ritual místico. No hay como desayunar en un Parador, se te puede ir una hora facilmente.
Una vez salimos a la calle, desayunados y felices, nos encaminamos de nuevo hacia el templo de Diana, esta vez para verlo por dentro. Llegamos antes de que abriesen, así que entramos de los primeros.
Este templo fue erigido en el siglo I a.C., durante el reinado del emperador Augusto, coincidiendo con la fundación de Augusta Emerita como colonia para veteranos del ejército romano. Estaba situado en el foro municipal, el corazón político, administrativo y religioso de la ciudad.
Se le ha dado desde antiguo el nombre de templo de "Diana", pero en realidad parece que estaba dedicado al culto imperial. En el siglo XVI, el templo fue integrado en un palacio renacentista construido por los Duques de Corbos. Esta adaptación medieval contribuyó a su conservación, aunque alteró su estructura original.
Realmente, es un templo que recuerda mucho al de la ciudad portuguesa de Évora, por su estructura, y también por la historia de la manera en que se ha conservado, siendo integrado en una construcción medieval (podéis leer el artículo de nuestra visita a Évora aquí). Este templo, por supuesto, forma parte de los restos arqueológicos romanos por los que la UNESCO declaró Mérida Patrimonio de la Humanidad en 1993.
Aquí van unas fotos del templo sacadas desde el interior. La primera foto (grabado en realidad) muestra como estaba el templo integrado en el palacio medieval en el siglo XIX.
En la foto de abajo a la izquierda, se puede ver como siglos atrás, cuando adaptaron el templo como estructura de un edificio medieval, algunas columnas se "limaron" para hacer sus caras interiores planas y que siguieran el plano de la pared. Más abajo, una foto frontal del templo donde se puede ver que la luz para fotografiar el templo es peor por la mañana que por la tarde.
El templo se ve rápido, no es muy grande. En el interior del antiguo palacio renacentista ahora hay un centro de interpretación donde hay una exposición sobre la construcción del templo y un audiovisual. La entrada al templo es barata, son 3 euros, y podéis consultar toda la información en su web oficial.
Nuestro siguiente objetivo era la joya de la corona de los restos romanos de Mérida, el teatro. Para llegar a él, pasamos por otras ruinas menores que están integradas en el tejido urbano. Se trata del Pórtico del Foro Municipal. Formaba parte del foro municipal, un espacio dedicado a la vida política, religiosa y social de la ciudad. Estaba compuesto por una serie de columnas y arcos que conformaban una estructura monumental. Abajo a la izquierda podéis ver una foto de estas ruinas, que realmente no son gran cosa. El resto de fotos son ya en el teatro
Este teatro fue construido entre los años 16 y 15 a.C. bajo el patrocinio de Marco Vipsanio Agripa, yerno del emperador Augusto, como parte del proceso de monumentalización de la ciudad. Estuvo en uso durante casi 400 años (nada menos), hasta que fue abandonado a finales del siglo IV tras la oficialización en el imperio romano de la religión cristiana, que consideraba inmorales las representaciones teatrales.
En algún momento después de su abandono debió de ser parcialmente demolido (o quizás algún terremoto). Gran parte de los sillares de granito que formaban los bancos de las gradas desaparecieron, seguramente reaprovechados en otras construcciones. Las columnas, capiteles y demás sillares que formaban la escena (la parte más espectacular del teatro), en gran parte se encontraron tiradas al desenterrar el teatro, lo que ha permitido su reconstrucción a partir de los años 60 del siglo XX.
Con el paso de los años, y los siglos, toda la zona de la grada quedó enterrada por tierra y escombros, asomando a la superficie sólo las partes superiores de la grada, que por su forma, los habitantes de la ciudad llamaron al lugar "Las siete sillas". Abajo a la izquierda puede verse una foto de 1867, donde se ve que todo el teatro era un campo de cultivo, del que emergían esas estructuras de piedra. A partir del año 1910 empezó a excavarse el lugar.
Una vez se empezó a excavar, lo que se encontraron se puede ver en la foto de la derecha. Las piedras que formaban la espectacular escena formaban un enorme y complejo puzzle que se fue montando poco a poco, usando las piedras originales, y poniendo material nuevo en aquellas zonas en las que se había perdido la pieza original. La zona de las gradas se puede ver que está desprovista de sillares, y lo que se ha conservado es la estructura general del teatro hecha con el fomidable hormigón romano (opus caementicium), de una calidad tan increible, que aguantó 2000 años perfectamente a pesar de todo el vandalismo que ha sufrido.
Abajo, en la foto de la derecha, un dintel de mármol sobre una de las entradas al teatro con una inscripción alusiva al consul Agripa, patrocinador de la obra: "Marco Agripa, hijo de Lucio, cónsul por tercera vez y ejerciendo la potestad tribunicia por tercera vez".
Sobre estas lineas, a la derecha, una vista del exterior del teatro, en la que se puede ver como la estructura base del edificio está hecha de hormigón (que se ha conservado perfectamente), y recubierta en el exterior, como si fuera un alicatado, por sillares de granito, los cuales sólo se han conservado en algunas partes.
Después de ver el teatro, entramos en el anfiteatro, que está justo al lado. La verdad es que después de ver el teatro, que es bastante espectacular, el anfiteatro te deja un poco frio. Casi que aconsejaría empezar la visita al contrario, primero por el anfiteatro.
Y con esta visita, llegó la hora de comer. Fuera del recinto hay unos cuantos restaurantes, aunque nosotros acabamos comiendo en uno que hay dentro, que se llama "Las siete sillas" (Ya sabéis de dónde viene esa denominación), y la verdad es que lo recomiendo, comimos bastante bien.
Después de comer visitamos las ruinas de una villa romana que estaba justo al lado del teatro, llamada precisamente "Casa del anfiteatro". Son unas excavaciones de lo que queda de una antigua casa romana, cubiertas por una extensa pérgola para protegerlas de la lluvia. Las vimos bastante rápido, ya que estábamos más interesados en visitar otro monumento de la ciudad: La basílica de Santa Eulalia.
Santa Eulalia fue una joven emeritense, cristiana, que fue torturada y quemada viva en el año 304 d.C. durante las persecuciones de cristianos ordenadas por el emperador Diocleciano. Según una orden del emperador, todos los cristianos estaban obligados a hacer una ofrenda a los dioses imperiales, bajo pena de muerte si se negaban. Esta joven, que según dice la tradición tenía solo 12 años en aquel momento, protestó por esa ley ante el gobernador Daciano, y aunque éste, viéndola tan niña, intentó convencerla de buenas maneras de que con que ofreciera a los dioses un pequeño trozo de pan y encendiera un poco de incienso en su honor, estaría perdonada, ella se negó.
El gobernador acabó perdiendo la paciencia y ordenó que la torturasen hasta la muerte. La historia del martirio voluntario de esa niña corrió como la pólvora por todo el imperio, y con el tiempo Mérida se convirtió en uno de los principales lugares de peregrinación de toda Europa en los comienzos de la Edad Media, después de la caída del imperio romano.
Tan importante fue, que hasta la proclamación de Santiago en 1630, fue Santa Eulalia la protectora y patrona de España. La basílica que íbamos a visitar se construyó sobre el lugar donde fue apresada, torturada, y enterrada.
En la entrada de la basílica se ve una especie de templete con apariencia de ser romano. Se le denomina históricamente "El hornito de Santa Eulalia", y fue levantado en el lugar en el que fue inmolada la mártir. Su primera construcción data de 1495. En 1610 se remodela utilizando unos mármoles romanos desenterrados que pertenecían al templo de Marte, dándole la apariencia actual que se puede ver en las fotos de arriba.
Una vez asesinada por su condición de cristiana, Santa Eulalia fue enterrada, al parecer en las proximidades, un lugar situado a las afueras de la antigua ciudad romana de Augusta Emerita. Al propagarse la fama de la niña mártir, se formó de forma natural una necrópolis en el lugar, ya que muchos cristianos querían ser enterrados junto a los restos de la santa. Tiempo después, seguramente en ese mismo siglo IV, se construyó una primera iglesia en el lugar, sobre su tumba.
Esa iglesia fue sustituida tiempo después por otra visigoda, que fue destruída durante la invasión musulmana, y reconstruída por fin a su apariencia actual por la orden de Santiago en el siglo XIII.
Una vez dentro del interior de la basílica, la visita es muy interesante, ya que todo el suelo se ha excavado, haciéndolo visitable por unas pasarelas iluminadas. Esas pasarelas recorren los restos de la antigua necrópolis tardorromana, entre cuyas tumbas destaca una capilla con frescos cristianos construída sobre el lugar donde supuestamente estaba la tumba de la santa, como se puede ver en las fotos de abajo. Esta cripta fue el embrión de la iglesia construída en tiempos de Constantino, en el siglo IV, y de la basílica visigoda levantada en el siglo VI. Puede considerarse, por tanto, la iglesia más antigua de España.
Fotos en el interior de la nave de la basílica. A través de un cristal situado en el suelo, puede observarse esta cripta primitiva.
En la foto de abajo a la derecha, el ábside la basílica, la única parte original de la iglesia primitiva visigoda que ha sobrevivido al paso de los siglos.
Una vez vista la basílica continuamos nuestro camino. Estábamos al lado de otro hito importante en la herencia romana de Mérida, el acueducto de los Milagros, y teníamos el tiempo justo para verlo iluminado por la maravillosa luz del atardecer. En 5 minutos estábamos allí. Abajo a la izquierda, la última foto de la basílica antes de dejarla atrás, que por cierto es el único edificio medieval de la ciudad.
Recomiendo totalmente visitar este acueducto al atardecer. La luz a esa hora del día es insuperable para realzar la belleza de los sillares de granito en contraste con las hiladas de ladrillo. Este acueducto salva el rio Albarregas, y está situado en una zona verde alrededor de dicho rio, con grandes praderas de césped. Un entorno realmente bello que realza el monumento.
Mérida tuvo tres acueductos nada menos que suministraban un caudal importante de agua a la ciudad de forma constante. Este, que es con mucho el mejor conservado, parece ser que fue el último en construirse, ya en tiempos de Diocleciano (la época del martirio de Santa Eulalia), ya que una prueba de termoluminiscencia a uno de los ladrillos ha dado como resultado que dicho ladrillo data del año 290 d.C. No deja de ser algo sorprendente, por que eran tiempos de crisis del imperio romano en los que las grandes obras de ingeniería ya no se hacían de la misma manera que en tiempos anteriores. Tradicionalmente se le ha llamado acueducto de los milagros por que la gente ha considerado un milagro que se mantuviera en pie tantos siglos.
Pasamos un rato muy agradable contemplando el acueducto, hasta que las sombras poco a poco fueron trepando por sus pilares, según el Sol se iba ocultando. En la última foto, los pilares centrales salvando el rio Albarregas. La foto está sacada desde el pequeño puente romano que salva igualmente ese rio y va paralelo al acueducto.
Desde allí fuimos paseando hasta el Parador, para descansar un par de horas, y luego salimos a dar otro pequeño paseo para cenar, cosa que acabamos haciendo en los restaurantes que hay junto al teatro romano. Cuando viajamos en invierno, con más razón intentamos coger un buen alojamiento, por que al final pasamos más tiempo en la habitación que cuando viajamos en verano, que prácticamente vamos solo a dormir (y a la piscina).
Día 3
Y llegó nuestro último día en Mérida, y por lo tanto nuestro último magnífico desayuno en el Parador. Aún nos quedaba el último de los monumentos imprescindibles que visitar en Mérida, la alcazaba árabe. Así que después de desayunar nos pusimos en camino en dirección al rio. Pasamos por la plaza de España, donde está situada la Concatedral, que no pudimos visitar por estar cerrada. Ha sido muy modificada en épocas posteriores, sus partes más antiguas datan del siglo XIII, cuando fue construida después de la conquista de la ciudad a los musulmanes por Alfonso IX en 1230.
Como no pudimos visitar la Concatedral (foto de abajo a la izquierda), continuamos el paseo y unos metros más allá está la alcazaba, cuya monumental entrada puede verse en la foto de la derecha.
En el año 835, durante el reinado del emir Abd al-Rahman II, los musulmanes construyeron la alcazaba para proteger la ciudad y controlar el acceso al puente romano, una vía estratégica crucial. Esto la convierte en la fortaleza árabe más antigua de España.
Abajo a la izquierda, la misma entrada a la alcazaba vista desde dentro. A la derecha, edificio del aljibe, que visto desde fuera no dice gran cosa, pero por dentro resulta fascinante, como se ve en las fotos de más abajo.
Fotos de la entrada al aljibe subterráneo, en el que se han usado dos antiguas pilastras visigodas como jambas de la puerta, y su interior, donde se puede ver las entradas a los dos pasillos que en ligero desnivel hacia abajo, llegan hasta el aljibe, donde hay una acumulación de agua filtrada del nivel freático.
Se puede bajar por esos pasillos, hechos por los musulmanes con grandes sillares de granito reaprovechados de otros edificios romanos. Da la impresión de que uno se dirige a una especie de inframundo... pero al final se llega al aljibe propiamente dicho, donde podían aprovisionarse del agua del Guadiana.
Una vez visto el aljibe, que es sin duda lo más espectacular de la alcazaba, paseamos por el adarve de la muralla, desde donde hay muy buenas vistas del Guadiana y el puente romano, y también por las ruinas de las antiguas calles y casas de época romana.
En esta foto de abajo se puede apreciar lo increiblemente largo que es el puente romano, que incluso atraviesa una isla en mitad del rio. Su extremo final se pierde en la lejanía. El mayor del mundo de época romana. Detrás del puente romano asoma la estructura de acero blanca del puente de Lusitania, un moderno puente sobre el Guadiana diseñado por Santiago Calatrava e inaugurado en 1991. Gracias a ese puente, se pudo eliminar el tráfico sobre el puente romano, dejándolo solo para uso peatonal.
Abajo, dos fotos de las ruinas que pueden verse en el interior de la alcazaba, pertenecientes a antiguas casas romanas.
Una vez vista la alcazaba, volvimos al Parador para recoger nuestras cosas. Emprendíamos ya el viaje de vuelta a Madrid, pero antes aún íbamos a hacer, de camino, dos visitas más en esta zona de Extremadura: El dólmen de Lácara, y la iglesia visigoda de Santa Lucía del Trampal. Podéis leer el artículo aquí.
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