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Évora


Fecha del viaje: Agosto de 2020

Esta ciudad fue parada y fonda en el primer día de nuestro viaje de 9 días a Portugal. Ese primer día de viaje había sido un día muy largo que empezó con un buen madrugón en Madrid (aún era de noche) y la primera parada para desayunar fue en Olivenza.

Después de visitar esa ciudad, la siguiente parada, una hora después, fue en Monsaraz, ya en Portugal. Y por fin, después de una hora más de camino, llegamos a la más hermosa de todas (sin desmerecer a Olivenza y Monsaraz), que no es otra que Évora.

Recomendaciones importantes

  • Para comer, la zona más bulliciosa y con más variedad de restaurantes es la Praça do Giraldo, ahí fue donde cenamos y comimos nosotros.
  • Imprescindible subir a la terraza que hay en el techo de la catedral, las mejores vistas de la ciudad.
  • Un sitio tranquilo y bucólico, rodeado de vegetación, ideal para tomar algo relajadamente, es el chiringuito que hay en el Jardim Público, junto al pabellón de Don Manuel.
  • La famosa "Capilla de los Huesos" (cerca del Jardim Público), al menos cuando fuimos nosotros, tenía bastante cola, y no parece que puedan sacarse online previamente.

Llegamos a Évora al caer la tarde. El aparcamiento fue muy sencillo, en pleno centro histórico, a 1 minuto del templo romano. Sacamos un vale hasta la mañana siguiente, que tendríamos que renovarlo. Una especie de "zona azul", como aparcar en Madrid.

Cogimos las maletas y fuimos andando hasta la casa que habíamos reservado, situada en la plaza peatonal de Sertorio. Era una casa fabulosa de dos plantas, situada junto al ayuntamiento, en un edificio de 200 años de antigüedad. Me gustó mucho. La casa la reservamos por booking, y nos costó en total 106 euros por una noche. Muy barata, la verdad, teniendo en cuenta que tenía 4 habitaciones.

Recomiendo completamente este alojamiento, muy especialmente si te gustan los sitios antiguos con cierto encanto decadente. Podéis ver el link aquí. Eso sí, para subir a la planta de las habitaciones, hay una buena escalera, tenedlo en cuenta. Al fin y al cabo, es una casa antigua.

Aquí abajo podéis ver unas fotos de la casa. En la de la izquierda, se puede ver a Patricia asomada a una de las ventanas. Es la casa completa que tiene las cortinas de todas las ventanas por fuera.

Nos instalamos rápido y bajamos a la plaza, teníamos ganas de aprovechar la mágica luz del atardecer antes de que se fuera. En la plaza donde está la casa están las típicas letras con el nombre de la ciudad, donde hacerse una foto.

Fuimos a la plaza donde está el templo romano, sin duda el rincón más bonito de Évora, y situada a 1 minuto de nuestra casa. La estampa del templo con la catedral y demás edificios antiguos al fondo es realmente bonita.

Desde la plaza del templo, nos dedicamos a pasear por la ciudad hasta el anochecer, aprovechando la bonita luz del atardecer. Acabamos cenando en una terraza en la Praça do Giraldo, la más importante y bulliciosa de la ciudad. La Praça do Sertorio, donde está el ayuntamiento y nuestra casa, es mucho más tranquila y aislada. Esta en cambio es de mayor tamaño y está llena de terrazas.

Qué mejor que acabar tan intenso día con una buena cerveza cenando en esta plaza. Abajo a la derecha, una foto del baño decimonónico de nuestra casa. A Inés le encantó darse un baño en esa bañera, que a buen seguro podría contar unas cuantas historias.

Y amanece un nuevo día en Évora. El plan era pasar aquí toda la mañana y salir en dirección a Cascais, donde teníamos el siguiente alojamiento, ya por la tarde. No hay como levantarse en un alojamiento bonito, en el que te encuentras a gusto, que realmente te aporta algo, te traslada al lugar al que estás viajando. Se levanta uno con más ganas, más feliz. Para nosotros el alojamiento es algo importante en nuestra forma de viajar, los elegimos cuidadosamente. Siempre, naturalmente, teniendo que ajustarnos a un presupuesto, qué remedio.

Y la verdad es que estábamos muy contentos con este alojamiento, nos gustó mucho. Eso sí, no le va a gustar a aquel que le gusten la estética y comodidades modernas. Pero en fin, el caso es que nada más saltar de la cama, esta es la vista que teníamos.

Desayunamos en la casa tranquilamente, y salimos a la calle, dispuestos a pasar un estupendo día descubriendo la ciudad. Abajo a la izquierda, a Inés le causó mucha impresión la antigua cocina de carbón de la casa. Cosas que se aprenden viajando... A la derecha, un plano de la ciudad con los principales monumentos. En el plano se puede ver que hay bastantes parkings repartidos alrededor de todo el casco histórico, quizá sea una manera más fácil de aparcar que lo que hicimos nosotros, que fue meternos directamente en el centro histórico, y tener suerte.

Évora fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986, gracias a su bien conservado centro histórico, que incluye monumentos de diversas épocas, desde la antigua Roma hasta el Renacimiento.

La historia de Évora se remonta a la época romana, cuando se conocía como Liberalitas Julia. Bajo el dominio romano, Évora creció como un importante centro urbano y comercial. Tras la caída del Imperio Romano, la ciudad fue ocupada por los visigodos y más tarde, en el siglo VIII, por los árabes. En el año 1165 Geraldo Sem Pavor (Gerardo sin miedo, el mismo caballero portugués que reconquistó Monsaraz) la ocupó para los cristianos, y durante la Edad Media, Évora floreció como un importante centro religioso, cultural y político bajo la monarquía portuguesa.

Nuestra primera parada fue la catedral. Uno puede pensar que la mayor catedral de Portugal debería estar en Oporto, o Lisboa. Las principales ciudades del pais... Pues no. La mayor catedral medieval de Portugal está aquí, en Evora. Se empezó a construir en 1186 en estilo románico, y se acabó en 1250 en estilo gótico. Es enorme, y sus dos altas torres de granito le dan un aspecto de fortaleza.

Una de las experiencias más interesantes es subir a la terraza de la catedral, donde se puede disfrutar de una vista panorámica de Évora y sus alrededores. Si, como lo leéis, en esta catedral todo el tejado es una inmensa terraza, y un mirador sin igual. Sin duda lo que más nos gustó de Évora, como podéis ver en las fotos de abajo.

Hacia cualquier lado las vistas son espléndidas. También hay una buena panorámica del templo romano, en el que se observa el deteriorado estado de la escalinata que daba acceso al mismo, en el lado contrario a la columnata.

Abajo, foto del claustro visto desde arriba, y la misma foto sacada desde abajo. Una vez exprimido al máximo el tiempo en la terraza superior, bajamos a ver el claustro, construído en el siglo XIV, y de estilo claramente gótico.

Abajo, después de visitar el claustro seguimos nuestro paseo por la ciudad. La foto del centro, junto al arco romano de Doña Isabel. Este arco es una de las antiguas puertas a la ciudad romana, la única conservada de esa época. Con el tiempo, se ha ido integrando en reconstrucciones posteriores de la muralla. Coge su nombre de la reina Isabel, esposa del rey Dionisio I, que gobernó Portugal de 1279 a 1336.

Y en la foto de la derecha, la iglesia de Gracia, encargada en 1511 por el rey Juan III de Portugal, es una de las iglesias más singulares de la ciudad. Es un notable ejemplo de arquitectura renacentista en Portugal y destaca por sus detalles ornamentales, que incluyen esculturas de figuras de aspecto solemne conocidas localmente como los “Meninos da Graça” (Niños de la Gracia), aunque en realidad representan figuras mitológicas.

Abajo a la izquierda puede verse ampliado uno de esos "Meninos" de la iglesia de Gracia. Seguimos paseando y fuimos a ver la famosa "Capilla de los Huesos", uno de los monumentos más inquietantes de la ciudad. Construida en el siglo XVII como parte de la Iglesia de San Francisco, esta capilla es famosa porque sus paredes y pilares están cubiertos con huesos y cráneos humanos. Este osario macabro fue ideado por monjes franciscanos para recordar a los visitantes la inevitabilidad de la muerte y la fragilidad de la vida.

Pues resulta que había una cola impresionante para entrar, diría que es el monumento más visitado de Évora. Realmente para nosotros era solo una curiosidad, así que nos fuimos, no queríamos perder sabe Dios cuanto tiempo en esperar esa cola de gente para ver un montón de huesos humanos. Abajo podéis ver un par de fotos sacadas de internet de lo que que se ve en esta capilla.

Hay una web de la iglesia de San Francisco, donde está la capilla, que es ésta. Vienen los horarios y precios, pero no hay posibilidad de sacar las entradas online. Hay que hacer la cola sí o sí, parece.

La verdad, yo no entiendo que se formen esas colas para ver esto, es más morbo que otra cosa. Nos acercamos a una de las principales zonas verdes de Évora, que está muy cerca de la capilla de los huesos. Se trata del Jardim Público, un hermoso parque situado en el centro de la ciudad donde antiguamente se erigía el Palacio Real de Don Manuel.

El Palacio Real de San Francisco o Palacio de Don Manuel fue una residencia construida en el siglo XIV para la familia real portuguesa. Durante los siglos XV y XVI, el palacio fue ampliado y remodelado en estilo manuelino (una versión portuguesa del gótico tardío) para servir como lugar de retiro y recreo para la realeza. Fue un sitio importante donde se celebraron banquetes, bodas reales, y se recibieron embajadas extranjeras. Sin embargo, en el siglo XIX, el palacio fue parcialmente destruido debido a un incendio, y hoy solo queda en pie una pequeña estructura: el Pabellón de Don Manuel.

Tras la destrucción del palacio, el área fue convertida en el Jardim Público en el siglo XIX. Y en dicho jardín hay un chiringuito con terraza sombreada donde estuvimos un rato descansando y tomando algo. Tras este momento de relax, volvimos caminando a la plaza del templo, donde nos hicimos un par de fotos más.

El Templo Romano de Évora, comúnmente conocido como el Templo de Diana, es uno de los monumentos más antiguos y emblemáticos de la ciudad de Évora. Construido en el siglo I d.C. durante el reinado del emperador Augusto, el templo estaba originalmente dedicado al culto imperial romano, una práctica común en el Imperio para consolidar la lealtad hacia el emperador y promover la cultura romana en sus provincias.

Sobrevivió a la destrucción completa por que fue incorporado a otras construcciones medievales, que usaron su podium y su columnata como estructura para nuevos edificios. El templo fue parcialmente restaurado en el siglo XIX, cuando se eliminaron las estructuras medievales que lo rodeaban, lo que ayudó a recuperar su forma original.

Desde aquí fuimos a la Praça do Giraldo, donde cenamos la noche anterior, y volvimos a comer al día siguiente, ya que nos había gustado mucho. La verdad es que es una plaza bonita con mucho ambiente, y una buena variedad de sitios para comer.

Y desde esa plaza, volvimos a nuestra casa, a despedirnos de ella y recoger las maletas. Nos dio mucha pena abandonar esta ciudad, que tanto nos había gustado, pero el viaje tenía que continuar. Nuestro próximo destino era Cascais, a 160 km de distancia, donde habíamos reservado una casa durante 7 noches.


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