
Railay, Tailandia
Fecha del viaje: Julio de 2024
Este es el relato de los tres días que pasamos en la paradisíaca península de Railay, en la región de Krabi, en nuestro viaje por Tailandia, Camboya y Malasia. El día anterior habíamos llegado por la noche a este paraiso desde el parque nacional de Khao Sok. Podéis leer aquí el relato de nuestra estancia en Khao Sok.
Este relato me ha quedado un poco largo. Fueron tres días realmente intensos, con muchas aventuras y fotos increíbles. Para que sea más accesible, aquí va un pequeño índice, en el que puedes pinchar en cada uno de los días e ir directamente a esa parte del artículo:
Recomendaciones importantes
- Sin duda ninguna, alojarse en Railay es muchísimo mejor que hacerlo en Ao Nang o Ao Nammao. Ya que has decidido pasar unos días en el paraiso, no te quedes a medias, y alójate en el auténtico paraiso.
- La playa de Phra Nang es espectacular, una maravilla. Tienes que ir a primera hora de la mañana, antes de desayunar (estarás solo o prácticamente solo) y por la tarde, y ya quedarte hasta la puesta de sol. La verás con una luz muy diferente, y un mar también muy diferente, ya que en un caso tendrás marea alta y en otro marea baja.
- Si nos has hecho caso y te has alojado en alguno de los hoteles de Railay West, disfruta relajadamente de los desayunos en una mesa junto a la arena de la playa. Entonces comprenderás hasta que punto estás en el paraiso.
- Tienes que hacer alguna excursión por las islas de los alrededores (Phi Phi, bahía Phang Nga, etc) pero cuidado, huye de lo barato. Encontrarás excursiones en las ruidosas long boat a buen precio, que serán una tentación, pero llenarán la barca hasta arriba de gente y la experiencia no será propia del paraiso en el que estás. Si de verdad quieres disfrutar y sentir la belleza de este sitio, busca algo no tan barato pero sí más individualizado, y en lancha a ser posible
Día 14
Ibamos a estar cuatro noches en Railay, lo cual equivale a tres días completos. Lo habíamos organizado para dedicar el primer día a descansar y disfrutar de las dos playas de la península. El segundo día teníamos contratada una excursión de día completo en lancha rápida a las islas Hong y la isla de James Bond, y el tercer día otra excursión también en lancha rápida a las islas Phi Phi.
Por poneros un poco en contexto, Railay es una pequeña península en la región de Krabi a la que no se puede llegar por carretera. La única manera de llegar es en barca desde la zona de playa de Ao Nang, o la de Ao Nammmao. Desde cualquiera de las dos se puede coger sin problema una barca que te lleve a Railay en unos 20 minutos (suele costar 100 baht por persona, o 800 baht si alquilas la barca entera para ti solo).
Tanto en Ao Nang como en Ao Nammao hay buenas playas, y una enorme variedad de hoteles de todas las categorías, pero si lo que buscas es tranquilidad y belleza, tu sitio es Railay, ni lo dudes. Cuando planeaba el viaje dediqué un buen rato a investigar sobre esto, por que los hoteles en esas dos zonas de playa son claramente más baratos, y además no hay que coger una barca que te lleve, con todo el equipaje. Esa zona ganaba en el aspecto económico y en el de comodidad. Ahora que ya he hecho el viaje, puedo decir que, a no ser que tu prioridad número uno sea dormir en el lugar donde más juerga y fiesta haya, por encima de cualquier otra cosa, el sitio donde debes ir es Railay.
La belleza de las playas y paisajes de Railay, además de la tranquilidad, lo convierten en un auténtico paraiso. Dormir allí fue desde luego todo un acierto. Abajo podéis ver un mapa de la península. Las barcas llegan siempre a la parte derecha de la península, la zona llamada Railay East. Hay hoteles en esa parte, junto al muelle, pero sin duda los más chulos están junto a la playa de Railay West, en el extremo opuesto. Esta playa es una de las más bonitas de Tailandia, y no está totalmente urbanizada. Hay cinco o seis hoteles que dan directamente a la playa, pero conservando la imagen idílica del paisaje.
Nosotros estuvimos alojados en el Railay Village Resort, que lo he señalado en el mapa. Está en el centro de la playa aproximadamente. Es sin duda uno de los mejores hoteles de Railay. A nosotros nos costó 427 euros (por booking) para cuatro noches, con desayuno (dos adultos y una niña). Más adelante en el artículo podréis ver fotos de las instalaciones, la verdad es que acabamos muy contentos.
Una cosa importante. Nosotros cuando llegamos la noche anterior en barca (por cierto, pagamos los 800 baht para la barca entera, sino nos hubiera tocado esperar a que la barca se hubiese llenado para salir, y era ya tarde y estábamos deseando llegar al resort), desde el muelle de Railay East fuimos caminando con las maletas hasta el hotel. No es que sea mucho, se tarda diez minutos, pero si llevas mucho equipaje y/o estás cansado, puedes escribirles antes de tu llegada para que te estén esperando y al llegar te llevan las maletas en una especie de carro. Pero solo las maletas, tu tienes que ir andando jeje. Nosotros lo usamos a la vuelta, para que nos las llevaran hasta el muelle.
Abajo, unas fotos de las vistas desde la terraza de nuestra habitación, y caminando por los jardines del resort. Si esto no es el paraiso, no se qué lo es... No hay como levantarse por la mañana, asomarse al balcón, y ver el maravilloso lugar del planeta en el que estás.
Al llegar la noche anterior, una vez instalados cenamos en el restaurante del hotel, en una mesa junto a la arena de la playa (1520 baht en total, una cena muy abundante, ya que nos habíamos saltado la comida). Un comienzo inmejorable de nuestra breve estancia en el paraiso. A la mañana siguiente madrugamos, por que queríamos ir antes de desayunar a la playa de Phra Nang Beach, la que tiene fama de ser la mejor playa de Railay (con permiso de Railay West) y una de las mejores de toda Tailandia. En el mapa anterior la podéis ver en la parte inferior de la península, frente al islote de Ko Rang Nok.
Para llegar hasta ella hay que dar un pequeño rodeo, ya que hay que volver al muelle de Railay East, e ir rodeando por un camino junto al mar, hasta que el camino hace un giro brusco y se mete al interior, atravesando por una zona de cuevas donde hay bastantes monos, y que en breve llega hasta nuestro destino. En el mapa de antes se puede ver ese camino en color grisáceo.
Esa playa tiene mucha fama, y hay muchas excursiones que van desde Ao Nang y Ao Nammao con multitud de turistas. La mejor hora para ir allí es a primera hora de la mañana, o a última hora de la tarde. Nosotros estuvimos en ambos horarios. Abajo, fotos en el camino hacia la playa, recién levantados de la cama. Las fotos son junto al muelle de Railay East, en el camino que va junto a la playa (manglar más bien).
Después de ir un rato junto al mar, el camino gira y se mete hacia el interior, pasando por una zona kárstica espectacular, como si fuera una especie de cueva. Aquí suele haber bastantes monos, cuidado si lleváis comida a la vista, que os la pueden intentar quitar. Es un tramo muy bonito y agradable de recorrer, que se tarda en hacer unos 5 minutos más o menos.
Y después de este paseo entre formaciones retorcidas de roca y raices áereas, llegas al destino soñado, la fantástica playa de Phra Nang Beach. Curiosamente, mucha gente no camina más y se queda en ese extremo de la playa. Al llegar te puede dar la impresión de que la playa está llena de gente y la experiencia no va a ser todo lo buena que habías esperado, pero en cuanto avanzas un poco por la arena te das cuenta de que mucha gente ha decidido quedarse ahí, y el resto de la playa, hasta donde alcanza la vista, está mucho menos ocupada, o incluso vacía del todo.
Y eso fue lo que nos encontramos a esa hora, sobre las 8 y pico de la mañana. Había algunas personas al principio de la playa, muy pocas, donde además hay una especie de cueva que sirve como altar y está llena de figurillas; pero hacia el fondo de la playa, no había nadie. A esa hora la marea está bastante alta y hay menos franja de arena.
Abajo, fotos del extremo inicial de la playa, donde se ve que no hay casi nadie. Inés no pudo resistirse y se baño desde el primer momento. El agua, además, está templada, a una temperatura ideal para el baño. Como se puede ver en la última foto, hay como una construcción junto a la línea de playa. Se trata de un resort de lujo, cuyo precio creo recordar que estaba por unos 600 euros la noche. Si buscas exclusividad, este es tu sitio.
Y ahora, fotos hacia el otro extremo, el que va hacia el islote de Ko Rang Nok, absolutamente vacio a esa hora, teníamos una de las mejores playas del mundo para nosotros solos.
Estuvimos un buen rato disfrutando de esa maravillosa playa para nosotros solos, como una hora. Emprendimos la vuelta, por que ya tocaba desayunar. Hay un detalle que hay que tener muy presente si vais a esta playa a primera hora, como nosotros. Se trata de que la marea, aun estando alta, todavía está subiendo. Hay que tener cuidado por que si te despistas mucho, te puedes encontrar que ha subido tanto que al emprender el camino de regreso hay una parte más estrecha, donde está el resort de lujo, en el que te has quedado sin arena para caminar.
A nosotros nos pasó, aunque fue poco, y un pequeño tramo de unos 50 o 60 metros tuvimos que ir por el agua con las cosas en alto para que no se mojaran. En ese tramo el agua nos llegaba por la pantorrilla más o menos, pero si hubiésemos esperado más tiempo, igual hubiera sido más difícil.
El bañito nos había abierto el apetito, así que hicimos el camino de vuelta, un paseo de unos 15 minutos, hasta nuestro hotel. Nada mejor ahora que un buen desayuno buffet junto a la otra playa de Railay.
Y después del desayuno, volvimos a nuestra habitación, y estuvimos un rato disfrutando de la piscina del hotel, que la teníamos en la misma puerta. Relax total. La verdad es que este hotel fue un acierto total.
Y de la piscina, nuevamente a la playa. Esta vez a la playa del hotel, Railay West. El resto de la mañana estuvimos en esta playa, que también es realmente bonita, aunque lógicamente no es tan salvaje como la anterior, y tiene más gente. Según avanza la mañana, se va llenando de barcas de cola larga, que la afean un poco. Un puñado de barcas de esas queda pintoresco, pero cuando son un montón de ellas, el efecto es el contrario.
La primera foto de abajo a la izquierda es de primera hora de la mañana, cuando la marea aún no había subido del todo. Las otras son de entre las 11 y las 12 aproximadamente, con la marea bastante más alta. A última hora de la tarde, la marea estaba tan baja, que el agua apenas llega al peñasco del fondo.
Que buena manera de pasar una mañana relajadamente. Después de tanto relax, fuimos a darnos una ducha a la habitación, y a dar un paseo por la zona comercial de Railay (realmente, la zona que está entre Railay West y Railay East) buscando un sitio donde comer, hay infinidad de opciones (1380 baht la comida), y también infinidad de tiendas de todo tipo. Y después de comer, un poco de siesta.
Por la tarde nos acercamos dando un paseo hasta "Diamond cave", una cueva que está algo más al norte de Railay East. Lo mejor es que pongais el Google Maps y le vayáis siguiendo, es un paseo de unos 15 minutos desde el resort. Esta cueva es de pago, y no muy barata, la verdad. Cuesta 100 baht por niño y 200 baht por adulto, y te dejan una linterna.
Vas todo el tiempo por una pasarela de madera, está muy bien acondicionada. El trayecto interior no es largo, lo haces en unos 15 minutos más, pero resulta espectacular, tiene una sala interior muy amplia y formaciones de tipo estalactita de carbonato cálcico. Además también hay una colonia de murciélagos que vive allí.
Y de aquí volvimos al hotel, a darnos un baño en la piscina y seguir con el relax general del día. Nos acercamos a Railay West a ver la puesta de sol. La verdad es que esta playa por la tarde pierde bastante encanto, ya que la marea está muy baja, y hay una franja enorme de arena hasta llegar al mar. Además, a esa horas está realmente llena de gente, mucho más que por la mañana.
Luego dimos un paseo por la zona comercial y acabamos cenando en uno de los muchos locales de allí (740 baht). Nos acostamos temprano, ya que al día siguiente venían a recogernos muy pronto con la lancha, para la excursión programada.
Día 15
Ese día teníamos una super excursión contratada desde hacía ya dos meses. Nos apetecía que fuese una excursión especial, en una buena embarcación y con poca gente, con un trato personalizado y además en español ¡Casi nada! ¿Y eso es posible? ¿Existe alguna compañía que ofrezca todo eso en Krabi? Pues después de mucho buscar y leer en diferentes blogs, resulta que si. Es una empresa fundada por un español que decidió quedarse a vivir en este fantástico pais, y se llama Thalassa Tours.
Te garantizan guía de habla española, y la excursión se hace en una lancha rápida bastante cómoda. Así que ese día comenzó pues como comienzan todos los días en Railay, con un buen desayuno junto a la playa, y a las 9:20, puntuales, vimos una flamante lancha que se acercaba a la playa. Sin duda era nuestro barco. Fuimos para allá. Tuvimos que meternos en el agua hasta la rodilla para llegar hasta la lancha, pero al fin y al cabo, ese día se trataba de estar a remojo cuantas más veces mejor.
Nos recibieron a bordo, el guía (no recuerdo su nombre) era muy majo, igual que el resto de viajeros, en realidad. Y ya en marcha, rumbo a nuestro primer destino, el guía nos explicó a todos un poco cual sería el plan del día.
Para ese día habíamos contratado la excursión semiprivada por la isla Hong y James Bond, podéis ver más información en la web de Thalassa sobre esta excursión. La verdad es que tenía muy buena pinta. Esta excursión no es tanto de snorkel sino más bien de playas paradisíacas, selvas, y grandes moles de roca junto al mar. Al ser islas que están en la bahía de Phang Nga, no en mar abierto, el agua no es tan cristalina como en Phi Phi por ejemplo, que sí está en mar abierto.
La excursión, barata no es. Nos costó 286 euros en total por los tres (incluye almuerzo, y bebidas frías durante la excursión, tienen una nevera llena y puedes coger cuando quieras). También incluye las entradas al parque nacional, que con otras compañías tienes que pagarlo a parte. Lo bueno es que es en formato semiprivado. En la lancha la tripulación es de tres personas, una de las cuales, el jefe, es español, y los otros dos tailandeses que hablan en inglés. Y clientes éramos como diez o doce en total, todos españoles. La lancha es amplia, cabría más gente, así que vamos bastante cómodos.
¿Se puede hacer esta excursión bastante más barata? Por supuesto que si, pero con otras calidades distintas. Lo que teniamos claro es que no estábamos dispuestos a ir en una de esas longboat incómodas que las llenan hasta arriba y que además tienen esos motores horribles que hacen un ruido que podría volver loco al mismísimo Ghandi. No nos importaba gastarnos más, pero queríamos una buena experiencia digna de ser recordada. Además, esas barcas son mucho más lentas que la lancha, con lo cual la cantidad de islas que visitas es lógicamente menor.
Nosotros veníamos de hacer una excursión de snorkel en Koh Tao días atrás (podéis ver aquí el artículo sobre los días que pasamos en Koh Tao) en un barco turístico en el que nos metieron como a 100 personas o más. También fue una excursión de día entero y con almuerzo, y pagamos como 30 euros o menos incluso por persona. Realmente, habría preferido gastarme más y que fuera algo más privado, la experiencia es claramente mejor.
Abajo podéis ver un par de mapas esquemáticos de la ruta aproximada que seguimos desde Railay West, pasando por Koh Hong y alguna de las islas cercanas, y llegando hasta el extremo norte de Ko Yao Noi (mapa de la izquierda) y la extensión que hicimos desde el norte de Ko Yao Noi hasta la isla de James Bond (mapa de la derecha). Es bastante distancia, pero esta lancha era realmente rápida.
La primera parada fue en la isla de Hong (Koh Hong) que tenía una especie de laguna interior. Allí paramos un rato y hubo tiempo para hacer unas fotos y darse un baño en esa laguna. Fue muy divertido por que, como se ve en las fotos, pudimos nadar entre los manglares.
Después de disfutar un rato en esa laguna (que por cierto, haciendo honor a la publicidad de Thalassa de priorizar los sitios más desconocidos y con menos gente, salvo un par de barcas estábamos solos) emprendimos de nuevo nuestra ruta, esta vez hacia la pequeña isla de Koh Kudu Yai, que es un parque nacional.
Se puede ver en el primero de los mapas anteriores, justo al norte de Koh Yao Noi. En la última foto de arriba, alejándonos de la isla de la laguna interior. Luego por la tarde volveríamos a esta isla, ya que tiene una playa muy chula, y se puede subir a un mirador espectacular en lo alto de uno de sus picos.
Y abajo, fotos en nuestro siguiente destino, en el que estuvimos completamente solos, la isla de Koh Kudu Yai. Tiene una pequeña playa muy chula en forma de media luna, cerrada por tres monolitos de piedra que surgen del mar. Un sitio realmente paradisíaco. Ahí estuvimos también un rato, bañándonos en la playa y explorandola. La selva llegaba hasta la misma arena. En la foto de abajo a la izquierda se ve la pequeña playita, con muy poca arena por lo alto de la marea.
En la foto de arriba a la derecha, ya marchándonos de este bello lugar. Desde la lancha se puede ver la pequeña playa que dejábamos atrás. El longboat que se ve no es turístico, es el del vigilante de la isla. Al ser parque nacional, tiene durante el día un vigilante encargado sobre todo de cobrar la tasa de entrada. En la foto podéis ver el pequeño kiosko de madera donde se paga dicha tasa. Al hacer la excursión con Thalassa, estas cantidades están ya incluidas.
Y ahora pusimos rumbo a otro sitio muy especial, que además estaba al lado. Se trata de una playa en el extremo norte de la isla de Koh Yao Noi, llamada Kian Bay. La playa en sí es muy similar a la anterior, con la jungla llegando hasta la misma arena. Lo que tiene de especial es que hay un pequeño sendero abierto en la jungla, de unos 200 metros de largo, muy cortito y que se recorre en parte por una pasarela de madera. Ese sendero llega hasta lo que llaman el "Big Tree", un pedazo de árbol gigantesco que resulta verdaderamente espectacular. Tiene aproximadamente 500 años de edad, y más de 50 metros de altura.
Y después del paseito, a comer. Abajo, una foto con otro pedazo de árbol que había en el camnino, y a la derecha, disfrutando de un menú tailandés en nuestro pequeño paraiso. De nuevo estábamos solos, únicamente el guarda del parque nacional nos acompañaba en esa playa, así que era el sitio ideal para montar el campamento.
La gente de Thalassa enseguida sacaron las neveras y termos con la comida y montaron rápidamente un estupendo buffet de comida tailandesa. Además en la playa había una mesa que venía al pelo. Patri, Inés y yo nos buscamos un rincón cómodo, y a disfrutar del momento.
Después de la comida, hubo tiempo hasta para una pequeña siesta, o para los que lo prefieran, otro baño.
Llegó el momento de volver a la lancha, y esta vez, como se ve en el segundo mapa de la ruta que puse antes, era por un tramo largo, para llegar hasta la isla Koh Tapu (llamada "de James Bond" por haberse rodado aquí alguna escena de la película "El hombre de la pistola de oro"), ya casi en la zona de Phuket.
Esta isla se ha convertido en un auténtico imán de turistas, una especie de domingolandia que está siempre abarrotada. Al parecer la gente hace cola de hasta una hora para hacerse una foto con el famoso monolito de roca detrás. Thalassa en sus excursiones no desembarca en esta isla, ya que carece de sentido al estar tan masificada. Lo que hace es hacercarse a ella y su famoso monolito desde el mar, para poder sacar la foto desde allí. Abajo a la izquierda podéis ver una foto en el trayecto, y a la derecha junto a la isla.
La verdad, esta es una isla de la que yo prescindiría claramente. Hacer todo ese trayecto simplemente para observarla desde el mar, o para desembarcar y encontrarte que está abarrotada, no tiene mucho sentido. Es mejor aprovechar ese tiempo en alguna otra de la enorme cantidad de islas que hay en la bahía de Phang Nga.
Una vez vista la isla desde el mar y sacadas las correspondientes fotos, emprendimos la vuelta. Ese era el punto más lejano al que íbamos a llegar. Ahora tocaba disfrutar de un rato de navegación. Pasamos de nuevo por el extremo norte de la isla Koh Yao Noi, y seguimos la navegación buscando las islas Hong. Y por fin, hicimos una parada en la pequeña isla Lao Lading, que tiene una playa muy bonita.
Aquí hicimos un intento de snorkel, pero sin mucho éxito, la claridad del agua no era la suficiente como para que mereciera la pena. El resto del tiempo lo dedicamos a darnos un baño (no se cuantos llevábamos ya) y hacer unas fotos. A Inés le encantaba la costumbre tailandesa de que en casi todas las playas haya un columpio.
Y nos quedaba una última parada, precisamente en Koh Hong, la isla donde comenzó nuestro viaje horas atrás, en la laguna interior. Pero esta vez era en otra parte de la isla, en su fantástica playa, posiblemente la mejor playa de las que habíamos estado ese día (y todas habían sido fantásticas).
Esta playa era más larga, y además con el paso de las horas la marea había bajado algo, y el ancho de la franja de arena era algo mayor (casi todo el viaje había sido con marea bastante alta).
Pero lo primero, antes del baño, era subir al mirador panorámico que han instalado en uno de los picos que flanquean la playa. Se trata de unas pasarelas metálicas (con bastantes escalones, eso sí) que serpentean por la ladera, abriéndose paso entre la selva hasta llegar a la cima. Las vistas son impresionantes, algo absolutamente imprescindible.
En la primera foto de abajo a la izquierda se puede ver el comienzo de la subida, que está pegada a uno de los extremos de la playa. En la otra foto se puede ver la pendiente que tiene la subida, que se salva a base de escalones.
Y llegar hasta arriba tiene su premio, que no es otro que estas vistas hacia la bahía.
Y también vistas de infarto hacia la playa que teníamos justo debajo y que nos estaba esperando para un buen remojón. No todos los viajeros de la lancha subieron, solo fuimos como media docena. La verdad es que el esfuerzo bien merece la pena. Además, así luego apetece más el baño.
La verdad es que mientras bajábamos no podía dejar de pensar en el chapuzón que estábamos a punto de darnos en esas aguas maravillosas y cálidas. La playa es realmente brutal, y por supuesto, para alegría de Inés, tenía su columpio, como todas las demás. Debe estar establecido por ley, que toda playa en Tailandia tiene que tener un columpio de cuerda y madera.
Teníamos como cerca de una hora para disfrutar a tope de esa playa, cosa que hicimos hasta el último minuto. Como se puede ver en las fotos, estábamos casi solos además. La verdad es que la isla Hong es un imprescindible en cualquier excursión por la bahía de Phang Nga, tiene la laguna interior, el mirador en la parte superior, y una playa que es la idea mental que todo el mundo tiene de lo que es una playa paradisíaca: arena blanca, agua esmeralda, palmeras y jungla... ¡Y un columpio! Un sitio realmente maravilloso.
Y lamentablemente llegó el momento de volver a la lancha y dejar atrás ese remoto paraiso. Tras un rato de navegación, nos dejaron en nuestra playa de Railay West, sobre las cinco y media de la tarde. El resto de la gente iba a Ao Nang o Ao Nammao.
Al igual que a la ida, la lancha solo puede acercarse hasta una distancia, así que hubo que saltar al agua, en una zona donde te cubre por las rodillas aproximadamente, e ir caminando hasta la arena. Nos despedimos de nuestro guía y el resto de viajeros, pero solo hasta el día siguiente, ya que a la mañana siguiente nos venían a buscar de nuevo para la excursión a Phi Phi.
Nos quedamos un poco en la playa, viendo el ambiente. Estaba llena de gente a esa hora, incluso un grupo había montado un partido de fútbol. Al estar ya la marea baja, la extensión de arena era muy amplia.
Enseguida nos fuimos a la piscina del resort, ya que nos apetecía relajarnos un poco después de un día tan intenso. Abajo a la izquierda, un varano que pudimos ver en los jardines de nuestro hotel. Hay unos cuantos que se dejan ver de vez en cuando, no sería el último que viésemos.
Y después del relax.... ¡Más relax! Nos duchamos y dimos un paseo por la zona comercial. Las chicas decidieron darse un masaje (Inés era la primera vez que lo hacía, y estaba encantada con la idea). Yo decidí esperarlas en el hotel, descansando un poco mientras descargaba algunas de las fotos de tan intenso día.
Al final salí antes de que llegaran de vuelta y me di un paseo hasta que acabaron, para irnos los tres a cenar (1410 baht en total). Inés había descubierto un mundo nuevo con los masajes, y ya solo pensaba en cuando sería el siguiente... jaja.
Día 16
Amanece otro día en el paraiso. De verdad que voy a echar de menos este rincón del planeta cuando haya que irse, y no falta mucho para eso. Repetimos la rutina del día anterior: desayuno maravilloso junto a la playa, y después recogida sobre las 9:00 en la misma playa por nuestros amigos de Thalassa, en la misma lancha que el día anterior.
Para ese día habíamos contratado la excursión semiprivada a Phi Phi. Podéis ver más información en la web de Thalassa sobre esta excursión.
Saludamos a todo el mundo al subir a la lancha, ya es como si fuésemos viejos amigos, e inmediatamente el piloto pone rumbo a toda velocidad hacia el archipiélago de Phi Phi, un paraiso por sus playas, pero sobre todo por el snorkel que se puede hacer en sus cristalinas aguas. Abajo podéis ver un esquema de la ruta de este día, que consistía en hacer una serie de paradas en las dos islas principales del archipiélago de Phi Phi.
Estas islas, como se puede ver en el mapa de arriba, están en mar abierto, fuera de la bahía de Phang Nga, y por tanto tienen un agua mucho más clara, ya que tiene menos partículas en suspensión. Nuestro primer destino es la famosísima playa de Maya Bay, famosa por haber aparecido en la película "La Playa" de Leonardo Dicaprio.
Tan famosa es, que estuvo cerrada al público durante años para regenerar sus fondos de coral, y todo lo demás en realidad, que debio de quedar muy machacado por años de turismo descontrolado. Ahora está de nuevo abierta, aunque puedes bañarte sólo en la orilla, para no molestar a los corales.
Thalassa lo que hace es ir a esta isla (Phi Phi Leh) lo primero, para llegar pronto y que haya el mínimo de gente. Bueno, realmente no se si habrá algún momento en el que puedas venir a esta playa y decir que estás tu solo. En medio de algún tifón supongo. Esta playa se ha convertido en un hito turístico, y siempre hay gente. En nuestro caso, aun llegando pronto, también. Es verdad que no era agobiante, se podía estar y disfrutar e incluso hacer buenas fotos, como podéis ver más abajo, pero desde luego solos no estábamos.
Una vez llegamos a la isla, no se accede por la playa, sino por detrás, donde hay un muelle especial para las embarcaciones turísticas, y desde allí vas caminando atravesando la isla hasta llegar a la playa. El camino es bastante chulo como podéis ver en las fotos de abajo. Y lo mejor de todo es cuando llegas al final y contemplas esa maravilla de playa, ese contraste entre el azul del agua, el blanco de la arena y las mil tonalidades de verde de la vegetación.
En la entrada a la arena todo el mundo deja sus chanclas y desde allí vas descalzo. Es una sensación fantástica sentir esa arena ultra fina en los pies. Lo primero, nos ponemos a sacar unas fotos, porque dado que la playa no está muy llena de gente aún, intuimos que solo puede ir a peor con el paso de los minutos.
En principio está prohibido meterse hacia el fondo, hay que estar por la orilla. Todo el mundo lo cumple, de hecho, hay vigilantes. Y realmente, es que la mayoría de la gente no se mete ni hasta los tobillos, se limitan a caminar por la arena de un extremo a otro, así que resulta más fácil sacar buenas fotos.
El agua está cálida, es un auténtico placer meterse (no mucho, por la prohibición, pero sí que me metí hasta medio muslo y nadie me dijo nada). Además, si te metes a esa distancia, aunque el fondo sigue siendo de arena ya puedes ver algunos peces nadando, la claridad del agua es brutal.
Y después de la playa, vuelta por el sendero de la selva hacia la embarcación, en el otro extremo de la isla. Desde aquí nos llevaron a un punto cercano, en el mar, para hacer la primera inmersión de snorkel.
Nos pusimos las gafas, y todos fuimos saltando al agua desde la lancha. Inés, que es muy valiente, no quiso ser menos, y como una más hizo snorkel con todo el grupo. Había gente que quiso llevar chaleco salvavidas, pero Inés no lo quiso, como nosotros, para poder bucear y ver los corales y peces desde más cerca.
Vimos muchas cosas, desde peces payaso en sus anémonas, también morenas, y todo tipo de peces. Fue una experiencia muy chula, mejor que en Koh Tao, ya que aquí éramos como doce personas y allí unos cien.
Ya de vuelta en la lancha, pusimos rumbo a la laguna interior que hay en la propia isla de Phi Phi Leh, donde está Maya Bay. Es una laguna muy famosa, con un agua cristalina de un azul que creo que no había visto nunca. Lo malo es que, al igual que Maya Bay es muy conocida, y había bastantes embarcaciones. Aún así, la belleza del lugar es increíble.
Nuestra lancha entró lentamente hasta el interior de la laguna, y allí pudimos darnos un baño en esas mágicas aguas.
Desde allí dejamos Koh Phi Phi Leh y nos dirigimos hacia la mayor de las islas del archipiélago, Koh Phi Phi Don. Antes de dejar la primera, pasamos junto a la llamada "Viking Cave", que es una cueva natural donde al parecer anidan golondrinas, y hay toda una infraestructura de andamios de bambú para coger sus nidos del techo, que en China se usan para hacer una sopa (primera foto de abajo a la izquierda).
El resto de fotos son en la bahía de los monos, ya en Koh Phi Phi Don, un zona de la costa donde hay muchos monos que viven junto al mar. Nos acercamos con la lancha para poder verlos bien.
Y después de estar un rato contemplando las andanzas de los monos, fuimos hacia una playa muy bonita (no recuerdo el nombre) en la que montamos el campamento para comer. Esta vez no estábamos solos, como el día anterior, pero tampoco había mucha gente, se estaba muy bien.
En un momento, la tripulación montó el buffet, igual que el día anterior. Esta vez no teníamos una mesa, así que extendimos unas esterillas que traían en la lancha y comimos sentados en la misma arena de la playa. Que momento tan relajante...
Después de comer hubo tiempo libre. Algunos durmieron la siesta, otros como nosotros dimos un paseo a lo largo de la playa, y estuvimos también bañándonos en esas maravillosas y cálidas aguas.
Y después de ese rato de relax, quedaba una última parada junto a la costa de Phi Phi Don para hacer una inmersión más de snorkel. Esta vez vimos hasta un tiburón de punta negra, como en Koh Tao.
Y aquí se acabó este fantástico día en las islas Phi Phi. De nuevo en la lancha, pusimos rumbo hacia Railay. De camino, pasamos junto a un pequeño grupo de pequeñas islas llamadas "Las cuatro islas", que también tenían pinta de estar muy bien. Esa excursión también la organiza Thalassa. Podéis ver más información en la web de Thalassa sobre esta excursión. Bueno, ya tenemos excusa para volver en el futuro a este paraiso, por que se nos acaba el tiempo ya.
Una vez en Railay West, nos dejan en la playa y saltamos al agua desde la lancha, como el día anterior. No sin antes despedirnos de nuestros compañeros de viaje y la tripulación, junto a los que habíamos pasado dos días estupendos.
Esta excursión acaba antes que la del día anterior, sobre las 15:30 nos dejaron en nuestra playa, aproximadamente un par de horas antes. Aún quedaba día por delante, así que decidimos volver a la playa de Phra Nang directamente, sin pasar por el hotel. Esta playa es la mejor de Railay (con perdón de Railay West) y es la que estuvimos el primer día antes de desayunar, que estuvimos completamente solos.
Así que después de un paseo de unos 15 minutos, llegamos a la playa. Una fantástica manera de acabar el día. Volvimos a pasar por el camino que va junto a la pared de roca que parece una cueva, donde además de monos, esta vez pudimos ver un varano gigantesco, realmente espectacular.
Y por fin en la playa. Esta vez no estábamos solos, pero tampoco estaba a tope de gente. La verdad es que se estaba genial, así que decidimos quedarnos hasta la puesta de sol. Fuimos caminando hasta el otro extremo de la playa, que es sin duda el más bonito y espectacular, justo enfrente del islote Koh Rang Nok.
Este extremo de la playa, como decía es sin duda el más bonito con diferencia, ya que a un lado tienes el islote rocoso, y al otro el pico que marca el extremo de la playa, y que es el mismo que se ve en la playa de Railay West.
Realmente, si hubiese un camino en la jungla que atravesase por ahí, podríamos llegar en cinco minutos a la playa de Railay West, en vez de dar todo el rodeo que hay que que dar. Curiosa e increiblemente, además de ser este el punto más bonito de la playa, también es el más solitario.
Abajo a la izquierda, foto sacada desde el islote rocoso. La marea estaba bajando, y fuimos nadando hasta él. Ahora tenía incluso su propia playa, cuando con marea alta es una roca que emerge del mar. Desde allí, la foto es espectacular. Lo mejor para que quede una foto increíble es que la marea esté un poco baja, pero no demasiado. Lo justo para que se haya formado un poco de playa a su alrededor.
Con la marea demasiado baja, como se puede ver en la foto de la derecha, sacada más tarde ya con la puesta de sol, el islote está prácticamente unido a tierra por una lengua de arena.
Ya con la puesta de Sol no quedaba prácticamente nadie en la playa, increíble. El paraiso para nosotros solos. Nos fuimos hasta el mismísimo extremo de la playa (las dos fotos de abajo) donde hay una cala a la que sólo se puede acceder si hay marea baja, pasando a través de una especie de "puerta" bajo la roca volada por encima de la arena, que está inundada con marea alta.
Y llegó el momento de abandonar ese lugar mágico. Desandamos el camino (unos 20 minutos o más porque estábamos en el mismísimo extremo de la playa) hasta nuestro hotel, donde estuvimos un rato relajándonos en la piscina, frente a nuestra habitación. Abajo, atravesando los jardines del resort.
Después del baño y una ducha, las chicas volvieron a la zona comercial a darse otro masaje. Inés estaba como loca por que llegase ese momento. Esta vez, se relajó tanto, que se quedó completamente dormida a mitad masaje. Cuando acabaron, fui a buscarlas y buscamos un sitio para cenar (esta vez más barata, 820 baht).
Nuestra última noche en Railay... realmente, voy a echar de menos este sitio. A la mañana siguiente, después de nuestro cotidiano desayuno junto a la playa, aún tuvimos tiempo de darnos un baño en la piscina antes de preparar el equipaje y que viniesen a buscarlo para llevarlo al muelle.
Pero en fin, terminaba una aventura y empezaba otra... ese día que habíamos amanecido en Railay, dormiríamos en un apartamento en lo alto de un rascacielos de Kuala Lumpur, en Malasia.
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