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Koh Tao, Tailandia


Fecha del viaje: Julio de 2024

Este es el relato de los tres días que pasamos en la paradisíaca isla de Koh Tao, en nuestro viaje por Tailandia, Camboya y Malasia. El día anterior habíamos hecho la excursión al parque nacional de Kui Buri para ver elefantes en libertad, y al parque nacional Khao Sam Roi Yot, donde hicimos la excursión a la cueva de Phraya Nakhon Cave. Podéis leer aquí el relato sobre la visita a los parques nacionales de Khao Sam Roi Yot y Kui Buri.

Recomendaciones importantes

  • Sairee Beach es con diferencia la mayor playa de la isla, y donde se concentran la mayoría de alojamientos. El extremo norte de la playa está menos urbanizado y es más bonito. Nosotros nos alojamos allí y fue un acierto. En las playas mas aisladas suele haber resorts exclusivos y bastante caros.
  • No esperéis encontrar un paraiso desierto desconocido por el mundo entero. Koh Tao es una isla con mucha gente. Afortunadamente, eso luego no se nota tanto en las playas. Por las noches está todo lleno, hay muchísima gente de fiesta, pero por el día muchos deben quedarse durmiendo o dedicándose a otras cosas.
  • No es que recorriéramos todas las playas de la isla, pero la que más nos gustó de las que vimos fue la de Shark Bay, un auténtico paraiso, y además con un sitio fabuloso y barato para comer.
  • Shark Bay es además uno de los mejores sitios para hacer snorkel. Allí vimos nosotros tortugas marinas y tiburones de punta negra.
  • Si vais a la isla de Koh Nang Yuan, es casi obligado subir al famoso mirador que sale en todas las fotos de Koh Tao. Intentad ir muy temprano, o muy tarde, para evitar las colas. Nosotros fuimos a la isla con una excursión organizada de snorkel, pero también puedes alquilar una lancha con conductor que te lleve a cualquier hora.

Día 8

Como siempre, tocaba madrugar. Al final no era algo que nos costara mucho, por lo general, ya que solíamos acostarnos temprano (al fin y al cabo, aquí anochece muy temprano, la puesta de sol es antes de las 19:00)

Empezamos el día con el fantástico desayuno de este hotel, que es uno de los que más nos gustó de todo el viaje. No hay como desayunar en una fantástica terraza, con vistas al mar. Nos dio mucha pena dejar atrás ese hotel, tan bonito y donde tan bien nos habían tratado (sobre todo a Inés, por el tobogán acuático). Pero bueno, al fin y al cabo, era para ir a un sitio aún mejor...

Una vez desayunados, llevamos todos los bultos al coche, pasamos por recepción a saldar la cuenta, y pusimos rumbo al siguiente destino. Teníamos por delante unas tres horas y cuarto de conducción hasta llegar al puerto de Chumphon. Para llegar, tenemos que poner en el navegador "Chumphon pier" o "Lomprayah pier", que es el puerto desde donde salen los ferrys.

Naturalmente, los tickets los llevábamos reservados y pagados desde bastante tiempo atrás, por si acaso. El ferry es bastante grande y cabe mucha gente, pero aun así, iba bastante lleno (eso ya nos hizo pensar que no íbamos a estar precisamente solos en la isla). Si no reservas y lo quieres comprar allí mismo (que también es posible) te puedes arriesgar a que no queden billetes, sobre todo en temporada alta. Para comprar los tickets, puedes hacerlo en la web de Lomprayah, que es la compañia que opera esos ferrys, aquí. Nosotros pagamos en total 101 euros por los pasajes de dos adultos y una niña, ida y vuelta.

Después de esas tres horas de conducción, contemplando desde el coche la vida cotidiana en Tailandia, llegamos sin problema ninguno hasta el puerto, utilizando Google Maps. La carretera, que es la via principal que atraviesa el pais de norte a sur, está en muy buen estado. La conducción es cómoda y a buen ritmo, sin problema nunguno. Como el día anterior llenamos el depósito, lo hicimos del tirón, sin parar.

La verdad es que los tailandeses, por lo general, hacen que todo resulte fácil y cómodo. No sabíamos muy bien como estaria el tema para dejar el coche en el puerto durante los tres días que íbamos a estar en Koh Tao, pero estaba todo previsto. Nada más llegar, ya te indican la entrada al aparcamiento, a la izquierda. Es un aparcamiento en superficie pero techado, y cerrado. Ahí puedes dejar el coche el tiempo que quieras por un precio bastante barato. Sacamos las maletas, y simplemente cruzando la calle, ya estábamos en la zona de taquillas y embarque del puerto. Más fácil, imposible.

El puerto es pequeño (es un puerto solo para los ferrys a Koh Tao) y enseguida ves donde está todo. Hay baños públicos, una tienda (un poco cara) y una especie de cafetería donde creo que también se puede comer algo. Fuimos a las taquillas con nuestros tickets, y nos dijeron que teníamos que esperar, habíamos llegado pronto.

Al poco, vimos nuestro ferry, que llegaba desde Koh Tao. Atracó junto a la larga pasarela del muelle, y tuvimos que esperar a que todo el mundo bajara del ferry. La gente ya empieza a hacer cola para subir, y nos ponemos de los primeros. Una vez ha salido todo el mundo que llegan en el ferry, los guardias nos indican que podemos subir, así que para allá vamos todos, con nuestras maletas, recorriendo la pasarela del muelle.

Al subir al barco, puedes dejar las maletas a unos operarios, que las van colocando todas en la proa del barco. Al llegar, ellos se encargan de bajarlas y ponerlas en fila en tierra para que cada uno coja la suya. También puedes llevarla contigo, y ponerla dentro en el sitio que te indicarán. Abajo, fotos de la pasarela de acceso al ferry, y de la playa donde está la pasarela (hacia ambos lados de la pasarela), que es bastante bonita y una buena opción para darte un baño si llegas con tiempo de sobra antes del embarque.

Puedes coger butaca en el interior, o en el exterior, según prefieras. Nosotros nos pusimos en el interior, pero cuando el barco emprendió el viaje, yo subí un rato arriba con Inés para ver cómo nos alejábamos. El viaje dura una hora y cuarenta y cinco minutos. Abajo, fotos alejándonos del puerto y la preciosa playa donde éste se situaba. El ferry, una vez que coge velocidad, va a toda leche. La verdad es que impresiona estar afuera, en la popa, viendo los chorros formidables de agua que va escupiendo hacia atrás.

Al llegar a Koh Tao, el ferry primero hace una parada en la islita de Koh Nang Yuan, donde hay un resort de cabañas. La vista de la magnífica playa de esa isla es fantástica desde la cubierta superior del ferry. En los días siguientes tendríamos oportunidad de visitarla. Abajo, un par de fotos sacadas durante esta parada. Ese día el tiempo estaba un poco estropeado, amenazando lluvia todo el tiempo, y la playa se veía vacía, lo cual no es nada habitual, por que es una de las playas más famosas y turísticas de Koh Tao.

Después de esta breve parada, el barco dio la vuelta y fue directo al puerto de la isla, situado en el extremo sur de la inmensa playa de Sairee. Una vez llegas, antes de que dejen salir, los operarios bajan a la pasarela de desembarque todas las maletas que han hecho el viaje en la proa. Cuando comienza el desembarco, vas recogiendo tu maleta, y el camino, por donde tiene que ir todo el mundo, te lleva a un puesto de seguridad donde todo el mundo tiene que pagar la tarifa de entrada a la isla, que es de 250 bahts por persona (unos 7 euros).

Una vez pagada la tasa, hay cantidad de tailandeses con carteles de los diferentes hoteles y alojamientos. Solo tienes que buscar el del tuyo, y cuando el conductor tenga localizados a todos los huéspedes que espera, os llevará hasta el hotel en su vehículo. Lo tienen bien organizado.

Desde que desembarcas, y de camino a tu alojamiento, ya te das cuenta de que Koh Tao no es precisamente una isla semidesierta que solo unos afortunados tienen la suerte de conocer. Nada de eso. Es un sitio bastante turístico, y verás que hay bastante gente. Especialmente muchas motos, cientos de ellas, que van y vienen de todos los lados. Posiblemente no haya otro sitio con mayor densidad de scooters por kilómetro cuadrado.

El trayecto hasta nuestro hotel es corto. Nuestro alojamiento está situado en la misma playa de Sairee donde está el puerto, pero en el extremo norte, que es más tranquilo y la playa está un poco menos urbanizada. Se trata del Sairee Hut Resort, situado en primera línea de playa, y con piscina.

Una vez ya instalados en el hotel, lo primero fue ir al restaurante a comer. Era ya bastante tarde, y teníamos un hambre de lobo. Menos mal que llevamos algún snack para el trayecto en barco. El resturante del hotel está muy bien, tiene una parte interior, y también terraza sobre la propia arena de la playa. La verdad es que comimos bien y barato (670 baht, unos 19 euros en total), aunque de todos modos, la variedad de restaurantes a lo largo de toda la calle que va paralela a la playa de Sairee es inmensa.

Y después de comer, pues relax. Quedaban como un par de horas para la puesta de Sol, así que dedicamos lo que quedaba de tarde a descansar en las tumbonas, y bañarnos en la piscina y la playa. El día no estaba muy allá, pero el agua de la playa estaba calentita, mucho más que la de la piscina, curiosamente.

El hotel que eligimos, la verdad es que es muy recomendable. Nos costó 161 euros por tres noches, en un bungalow bastante grande, con desayuno incluido (y los traslados al puerto). La playa de Sairee es muy grande, la mayor de la isla, tiene varios kilómetros de longitud. Lo malo es que está muy urbanizada, especialmente la mitad sur.

Si buscais tranquilidad, y una zona de la playa que sea más bonita, desde luego os recomiendo el extremo norte, donde estaba nuestro hotel. Me gustó mucho que la piscina estuviera casi sobre la misma arena, y también la terraza del restaurante (se puede ver en una de las fotos de arriba), también sobre la propia arena, ideal para tomarte una cerveza disfrutando del atardecer (cuando lo haya, ese primer día el cielo estaba totalmente cubierto). Podéis ver más detalles del hotel en su link de booking, aquí.

Después del relax en la playa, fuimos a nuestro bungalow a ducharnos (empezaba a hacer frio), y a buscar un sitio donde cenar. Caminando por la calle paralela a la playa, por donde nos trajeron desde el puerto, veréis que hay docenas de sitios con todo tipo de comida que podáis imaginar. Esa primera noche elegimos un restaurante italiano que nos gustó mucho (1092 baht, unos 31 euros. Un poco caro, pero cenamos muy bien) . En la calle hay muchísimo ambiente fiestero, especialmente de gente joven que viene a esta isla a pasar una temporada, como una especie de búsqueda de su lugar en el mundo. De hecho, además de restaurantes, hay muchisimos locales de copas y música. Nosotros después de cenar, volvimos a nuestro bungalow a descansar.

Día 9

Ese día nos levantamos con más tranquilidad, sin madrugar mucho. Después de 8 días de no parar, ese iba a ser un día relajante en el que bajar el ritmo, y simplemente disfutar del mar, y descansar. Esos días también son necesarios en todo viaje largo. Desayunamos tranquilamente, y como en recepción tenían mucha información sobre todo tipo de excursiones de snorkel, reservamos una para el día siguiente. La típica excursión de día completo que das la vuelta completa a la isla haciendo paradas en determinados sitios para hacer snorkell. Y además nos vienen a recoger al hotel a las 9, más fácil, imposible.

Ya desayunados, decidimos ir hasta el puerto donde llegamos el día anterior, que viene a ser como el principal centro urbano de la isla. Hasta allí hay un agradable paseo de 2 o 3 km por la misma playa. Por la mañana la marea está baja, y la extensión de arena es mayor que en la tarde anterior, que apenas había una estrecha franja, como se ve en las fotos anteriores. Además, se había levantado un día estupendo, mucho mejor que el anterior. Así que dicho y hecho comenzamos nuestro tranquilo paseo por la playa, parando de vez en cuando para darnos un baño. Esto es vida.

De esta manera llegamos hasta el puerto. Salvo un pequeño trozo que hay que meterse al interior, por la zona comercial, casi todo el camino se puede hacer por la playa. Una vez allí, dimos una pequeña vuelta, pero realmente no había mucho que hacer, solo hay tiendas, bares y restaurantes. Así que decidimos coger un taxi para que nos llevase hasta la playa de Shark Bay, situada en el sureste de la isla, y una de las playas más famosas de la isla por lo bonita que es, y por ser un buen sitio para ver tiburones de punta negra haciendo snorkel.

Dicho y hecho, cogimos un taxi allí mismo, y en menos de diez minutos estábamos en la playa. Realmente, las distancias son cortas en la isla, y muchos desplazamientos se podrían hacer caminando sino fuera por las cuestas que tiene. En esta playa hay un resort de lujo. De hecho, esta es la playa privada del resort, pero pagando 200 baht por los tres (unos 6 euros) puedes entrar y disfrutar de esa maravilla como si estuvieses alojado en el resort, lo único que no puedes usar la piscina, pero sí los baños.

El resort se llama Haad Tien Beach Resort, y por lo que vi en booking el precio está en unos 600 euros la noche. Si te lo puedes permitir, a mi me pareció un sitio maravilloso. Un poco aislado, eso sí. Abajo, fotos en esta maravillosa playa.

Esa playa era fantástica, y al ser de pago, había poca gente. Es la imagen que todos tenemos de una playa paradisíaca. Aproveché para hacer el primer snorkel del viaje, pero sin adentrarme apenas en el mar, más o menos cerca de la orilla. Se veían algunos peces, pero nada de coral (vivo, al menos) y ni rastro de tortugas. Para ver las deseadas tortugas tendríamos que esperar al día siguiente.

Después de un buen rato disfrutando de esa agua cristalina y su blanca arena, fuimos a tomar algo al chiringuito que hay junto a la arena (foto de abajo), un sitio también espectacular. La verdad, era como estar en el paraiso. Una buena jarra de cerveza y un par de cócteles nos costaron 385 baht (unos 11 euros). Muy barato, para ser un chiringuito en el mismo paraiso.

Era ya la hora de comer, y lo mejor sin duda era hacerlo en la propia playa. El resort de lujo tiene restaurante, que tiene pinta de estar muy bien, pero seguramente sea caro. Pero al lado, en el extremo izquierdo de la playa según miramos al mar, hay una especie de chiringuito local con unas cuantas mesas que es muy barato y donde se come muy bien comida típica tailandesa. Hacia allí que fuimos, podéis ver las fotos abajo.

Para llegar al restaurante y salir luego de él, no hay más remedio que pasar un poco por el agua, cuando hay marea alta, como se puede ver en la última foto. El sitio nos gustó mucho, las vistas desde nuestra mesa eran fabulosas, como se puede ver en las fotos. Para ser una playa de lujo, fue increible que existiera este sitio tan local y tan barato. Pagamos en total 770 baht (unos 22 euros) por la comida de los tres.

Decidimos cambiar de playa, así que caminamos hasta la entrada del hotel. Siempre suele haber algún taxi allí, esperando por algún cliente. Y si no lo hay, podéis empezar a caminar que en breve aparecerá alguno y se ofrecerá a llevaros.

Nuestra siguiente parada iba a ser la playa de Ao Leuk, que en realidad estaba tan cerca que sobre el papel se podía ir andando, menos de 1km en linea recta. Pero claro, las distancias engañan en esta isla, llena de cuestas por todas partes, y donde las carreteras y caminos nunca siguen el camino recto. Con un taxi llegamos en unos minutos. Esta playa también es de pago, pero más barata que la anterior (100 baht por los tres, 3 euros), que ya era barata de por sí (200 baht).

Esta playa también era paradisíaca, y la elegimos por que está muy recomendada en internet. Es una playa pequeña y poco concurrida. La verdad es que nos gustó mas la anterior, dejó el listón muy alto. Si tuviese que repetir, posiblemente iría a la de Tanote Bay en vez de esta. Abajo podéis ver una fotos.

Y después de estar como una hora aquí, pues decidimos volver a nuestro hotel, para darnos el último baño y disfutar de la puesta de sol en la playa de Sairee. En la última foto de arriba, el taxi que nos llevó al hotel.

Abajo, fotos en Sairee Beach, donde además de darnos un buen baño y disfrutar de la puesta de sol, puedes tomarte una buena cerveza en la terraza del hotel. Como el agua está tan calentita, ahí estuvimos hasta que se hizo de noche.

Y después de la playa, al igual que el día anterior, al bungalow a ducharnos, y a dar un paseo buscando un sitio para cenar. Esta vez fue un mejicano, que también estuvo muy bien, aunque también fue un poco caro (1250 baht, unos 36 euros). Había sido un fantástico día de relax que disfrutamos a tope, y es que en estos viajes, sobre todo cuando se viaja con niños, tiene que haber de todo.

Día 10

A las 9 nos venían a recoger al hotel para la excursión de snorkel, así que hubo que madrugar un poco para poder desayunar sin prisas. Hasta nos dio tiempo a acercarnos a la playa, que ahora estaba con marea baja. A la izquierda, en la puerta de nuestro estupendo bungalow, dispuestos a empezar otro fantástico día en el paraiso.

Abajo a la izquierda, con marea baja la playa estaba llena de unos extraños montoncitos de un color más grisáceo que la arena de la playa. Al principio parecían como cagadas de gaviotas o algo así, hasta que observando nos dimos cuenta de que los causantes eran cangrejos, que al excavar túneles en la playa formaban esos tubitos de arena.

Un conductor vino a buscarnos puntual y nos llevó hasta cerca del puerto, a las oficinas de la empresa de snorkel. Allí, después de un buen rato de espera, que nos cobrasen y nos diesen el material, nos llevaron hasta el barco. La excursión incluye una vuelta completa a la isla haciendo diferentes paradas de snorkel, incluyendo también una parada en la islita de Koh Nang Yuan para subir al mirador y bañarse en la playa. La comida estaba incluida, y eran básicamente bocatas y fruta.

En las paradas para snorkel también el que quisera podía usar el tobogán del barco. Era algo que tanto a Inés como a mi nos apetecía mucho.

La primera parada fue en la islita, aprovechando que había salido el sol y se había quedado muy buen día. Ya nos habíamos dado cuenta de que eso no tenía por qué durar. Nada más desembarcar, fuimos a darnos un baño en esa playa de ensueño. Respecto a eso, las apariencias a veces engañan, y es que aunque esa playa en las fotos aparece como la playa a la que todo el mundo querría ir alguna vez en su dia, el estereotipo de playa paradisiaca, en realidad no lo es tanto.

¿Por qué, pensaréis? Es una playa coralina, en cuanto te metes diez pasos en el agua, que aún te llega un poco por encima de los tobillos, es imposible seguir si vas descalzo. Todo el fondo es coral blanqueado (muerto) que te puede cortar perfectamente. Imprescindible calzado para materse en esa playa. Y luego que aunque avances y avances, no te va a cubrir más de la cintura. Se puede ver bien en la foto de abajo del columpio y en la siguiente. La playa es basicamente una especie de laguna coralina de muy poca profundidad. La playa de nuestro hotel por ejemplo era mucho mejor.

Así que después de hacernos unas fotos y un pequeño bañito con las chanclas puestas, decidimos subir al mirador. Por cierto, como se ve en una de las fotos de abajo, al final de la pasarela de entrada a la isla hay una ventanilla donde hay que pagar la tasa de entrada, ya que es un parque nacional. Fueron 700 baht por los tres (20 euros, bastante caro la verdad).

El camino al mirador empieza junto a uno de los extremos de la playa, en una pasarela de madera, donde hay un resort de cabañas con muy buena pinta. Después de rodear un poco la islita a nivel del mar, empieza a empinarse hasta llegar arriba, donde hay un kiosko en el que venden bebidas.

Como podéis imaginar, no vais a ser los únicos a los que se les ha ocurrido subir a hacerse la foto en el mirador. Cuando fuimos nosotros, tuvimos que esperar una cola de media hora aproximadamente, que se hizo un poco pesado. Hubiera sido mejor subir aquí en cuanto desembarcamos, e ir a la playa después.

Y después de estar en total unas dos horas y media o quizá tres horas en esta isla, llegó el momento de embarcar de nuevo y seguir nuestra ruta. Después de esto, comimos a bordo durante la travesía, rodeando la isla por el extremo norte, hasta llegar a la primera parada de snorkel.

Arriba, Inés cayendo al agua por el tobogán acuático. La verdad es que nos tiramos una vez y no volvimos a hacerlo más. Vas realmente a toda leche, y cuando llegas al final el tobogán te escupe a una velocidad endiablada. El choque con el agua no resulta muy agradable, una experiencia un tanto extrema. No tiene nada que ver con los típicos toboganes acuáticos, que a nosotros nos encantan.

Y abajo, unas cuantas fotos de las tres sesiones de snorkel que hicimos, que la verdad es que estuvo muy bien, ya que pudimos ver tiburones de punta negra y tortugas marinas, además de muchos peces.

Y aqui debajo, fotos de las dos playas que estuvimos el día anterior, sacadas desde el barco, la de Shark Bay y la de Ao Leuk. En la parada de Shark Bay es donde vimos las tortugas y el tiburón.

Y sobre las 17:30 aproximadamente llegábamos a puerto y terminaba la excursión. Nos llevaron en taxi hasta nuestro hotel, donde pasaríamos el resto de la tarde en la fabulosa playa que teníamos justo enfrente.

Al final la excursión estuvo bastante bien. No recuerdo la cantidad que pagamos, y no la tengo apuntada, pero recuerdo que no nos pareció caro teniendo en cuenta que era un día completo e incluía la comida. Lo único que hay que pagar a parte es la tasa de entrada a la isla de Koh Nang Yuan.

Me gustó mucho la implicación de los dos guías que hacían snorkel con nosotros, siempre buscando sin parar animales chulos que ver, especialmente tortugas y tiburones, y cuando los encontramos, se preocupaban de que todo el mundo los viera, e hicieron un montón de fotos que luego nos enviaron. Lo cual fue una suerte, por que su cámara era mucho mejor que la que llevábamos nosotros. La verdad es que estaban muy pendientes de todo el mundo.

Como cosa negativa, que el barco lo llenan mucho de gente. No llega a hacerse incómodo, por que es un barco más grande lo que parece, pero a la hora de lanzarnos al mar a hacer snorkel, éramos mucha gente en poco espacio.

Hay barcos que hacen esta misma excursión, algo más barato, que son un poco más pequeños y no llevan tobogán. Nosotros escogimos este barco por el tobogán. Si vais con niños, y os mola como a nosotros, olvidadlo. Ese tobogán es para tipos duros que les produzca cosquillas el hecho de ser lanzados al agua a velocidad supersónica y el consiguiente choque con la superficie del mar.

Realmente, creo que no sería mala idea hacer esta excursión en un barco más pequeño, y por consiguiente con menos gente. Y otra idea, que también vimos que era posible, era alquilar una lancha con conductor, que te da la vuelta a la isla igualmente con las paradas que tu le digas, o que él te aconseje para el snorkel. Esto último era algo más caro (lógicamente), pero seguramente la experiencia debe ser mejor.

Y como se puede ver en estas fotos de abajo, acabamos el día como ya era costumbre en la terraza/playa de nuestro hotel, recordando los fantásticos momentos de haber visto esas tortugas y tiburones en completa libertad.

Abajo, un mapa de la isla, donde he señalado la posición de nuestro hotel. Vuelvo a decir que si buscais tranquilidad y la zona de Sairee Beach menos masificada, el extremo norte de la playa es el mejor sitio para alojaros. En el plano podéis ver también las dos playas que visitamos, Ao Leuk y Shark Bay.

Al día siguiente dejábamos este paraiso, y a las 10:15 de la mañana salía nuestro barco de vuelta a Chumphon. Nos esperaba otro tipo de paisajes completamente distintos, pero no menos bellos. Podéis leer aquí el relato sobre los dos días que pasamos en el parque nacional de Kao Sok.


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