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Edessa


Fecha del viaje: Agosto de 2025

Habíamos pasado parte de la mañana visitando la fabulosa ciudad de Tesalónica, y al terminar pusimos rumbo hacia los baños Pozar Baths, situados a una hora y media de distancia, muy cerca de la frontera con Macedonia del Norte. Podéis leer aquí el relato completo de nuestra visita a Tesalónica.

Recomendaciones importantes

  • Los baños termales de Pozar baths no son tan fantásticos como puede parecer por las fotos de internet. Si vais con el tiempo muy justo, podéis prescindir de esta visita.
  • La cascada de Edessa sí que me parece una parada muy interesante. El parque donde está la parte superior, así como el camino que baja hasta su parte inferior es muy chulo, pasaréis una hora y media muy entretenidos.
  • Edessa es una ciudad agradable y no está masificada. Merece la pena una parada por la cascada y dar un paseo por su pequeño casco histórico, que está a un paseo de la cascada.

Pasamos de largo Edessa, en dirección a los baños termales. A partir de aquí la carretera atraviesa una zona muy campestre, muy rural. Cuando ya estamos a apenas un par de km de nuestro destino, vemos un restaurante de carretera con terraza que tiene muy buena pinta, y no nos lo pensamos dos veces, es el mejor momento para comer, y después un poco de relax en los baños.

Estos baños están lejos de todo, en una zona boscosa y muy rural, y quizás por eso me los había imaginado como un lugar al que solo van los más aventureros, los viajeros más intrépidos. Las fotos que puedes ver en internet si buscas "Pozar baths" no hacen sino apuntalar esa idea, ya que muchas son imágenes de un lugar bucólico y solitario.

Con esos pensamientos, cuando acabamos de comer (52 euros los tres), cogimos el coche para recorrer el par de km que nos separaba de esos maravillosos baños donde podríamos relajarnos en un entorno natural maravilloso en el que estaríamos prácticamente solos. Después de ese par de km, llegó la bofetada de realidad.

El aparcamiento estaba lleno, había un montón de coches. Eso ya nos puso en alerta, algo no iba como esperábamos. Al llegar a los baños, nos damos cuenta de la horrible realidad, los baños termales de Pozar baths son domingolandia. Una enorme cantidad de gente ocupa las piscinas, los caminos... todo. La gente incluso acampa allí. Yo no se de dónde ha salido tanta gente, pero está lleno.

El acceso al recinto es gratuito, una vez que estás dentro, verás que hay vestuarios (muy cutres) y baños (igual), y dos piscinas de aguas termales junto al rio, y cada una tiene una especie de ventanilla para pagar, por que el acceso a cada una de las piscinas cuesta 5 euros (es decir, si te quieres bañar en las dos, prepara 10 euros). Un poco caro, la verdad. También te puedes bañar en el rio, eso es gratis, pero el agua del rio está fria, solo está caliente el agua que rebosa de las piscinas hacia el rio, y la gente se arrima a esa zona, haciendo una especie de cutre-pozas con piedras y tumbándose ahí.

En fin, nos pareció a Patri y a mi que era un sitio que no tenía nada que ver con las fotos que se ven en internet. Está muy masificado, y no tiene ni de lejos el encanto que evocan las fotos que habíamos visto. Inés, claro, no lo veía así, ella estaba encantada. Al final nos metimos Inés y yo (5 euros cada uno) en la piscina superior, la que está más cerca de la cascada. Abajo podéis ver unas fotos reales de lo que es este sitio, para que juzguéis vosotros mismos.

En la foto de arriba a la izquierda, podéis ver el rio, y cómo en el extremo inferior la gente se tumba sobre el agua que viene de las piscinas, que está caliente, a unos 36 grados creo recordar. El caudal propio del rio, incluyendo el agua que cae por la cascada, está fria. Dentro de las piscinas la sensación es agradable, el agua está bastante caliente, aunque no sabes dónde ponerte de la gente que hay.

Estas piscinas no son lo único que hay, si sigues subiendo, llegas a la mayor piscina de todas. No es una piscina naturalizada, como las otras dos, sino la típica piscina olímpica, pero con el agua a 36 grados. Aquí también hay que pagar entrada, y era más cara que las otras, creo recordar que 8 euros por adulto. En esta zona, además, hay un bar con servicio personalizado. Te pones en una tumbona, y enseguida se acerca un camarero por si quieres tomar algo. Abajo podéis ver un par de fotos de esta piscina, que a Inés también le gustó mucho.

Y allí estuvimos un rato, bañándonos y tomando algo, hasta que decidimos cambiar de aires, que queríamos hacer una parada en Edessa también, situada a poco más de media hora de allí. Al llegar a Edessa aparcamos junto al rio canalizado, a apenas 10 minutos caminando de la famosa cascada. Es fácil aparcar en esta ciudad, a una distancia aceptable del centro.

La imagen más famosa de Edessa es su cascada, que es la más alta de Grecia, con unos muy respetables 70 metros de altura. Nosotros habíamos aparcado en la parte alta, y sólo teníamos que seguir el cauce canalizado del rio durante un agradable paseo de 8 o 10 minutos, hasta llegar al punto en que todo ese agua se despeña al vacío. En la zona donde está la cascada hay un parque muy chulo, y una terraza fabulosa donde tomar algo, justo al borde del acantilado por donde se despeña el agua. Desde ahí sale una ruta de escaleras que baja hasta el punto inferior de la cascada, y que por supuesto es lo primero que hicimos.

Abajo podéis ver un par de fotos desde diferentes perspectivas, del punto exacto en el que el agua se precipita al vacio, junto tras pasar ese pequeño puentecillo, que da acceso a la terraza que comentaba antes. La última foto es empezando a bajar las escaleras que llevan hasta su parte inferior.

Bajar hasta la parte inferior de la cascada es sin duda lo más interesante y bonito que hacer en Edessa. Prácticamente cada recodo de la escalera, es un mirador desde donde obtener una vista soberbia de la cascada.

Al llegar a mitad camino, más o menos, hay una atracción adicional, una cueva natural que permite pasar por la parte trasera de la cascada. Es un tramo corto, pero merece la pena, y entrar a esta cueva solo cuesta 1 euro por persona. Arriba a la derecha, la entrada a la cueva.

Y después de la visita a la cueva, bajamos el último tramo de escaleras hacia donde rompe el agua. A partir de aquí, el agua vaporizada empieza a mojarte, y el suelo puede estar un poco resbaladizo por la humedad.

El caudal de la cascada, aún siendo verano, es bastante importante, y si te acercas justo a donde rompe, te vas a empapar. Resulta muy espectacular, y no es un sitio muy visitado, al menos cuando estuvimos nosotros.

Nos habría gustado tomarnos algo en la terraza que hay al borde del acantilado, arriba, pero ya no teníamos tiempo. También nos habría gustado pasear un poco por el pequeño casco histórico de Edessa, pero tampoco para eso teníamos tiempo ya. A unos 10 minutos caminando desde la cascada, hay una pequeña zona donde se conservan algunas casas antiguas, pero ya era muy tarde y teníamos que volver al coche.

Ya estaba cerca la puesta de sol, y estábamos a dos horas y media de Kalambaka, junto a los monasterios de Meteora, donde teníamos reservado un hotel para dos noches. Al llegar a Kalambaka, ya de noche, nos instalamos en el hotel y nos fuimos rápido a cenar. Ya era tarde, y casi lo único que había abierto era una terraza donde sólo servían un kebap buenísimo. Al final cenamos estupendamente, y por sólo 16 euros en total por los tres.


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