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Troyan y Pirin


Fecha del viaje: Agosto de 2025

El día anterior habíamos comido en el bonito pueblo de Lovech, y desde allí fuimos a nuestro hotel, situado a un par de km del monasterio de Troyan, que visitariamos al día siguiente. Podéis leer aquí el relato de nuestra visita a Lovech.

Recomendaciones importantes

  • Intentad evitar el 15 de Agosto para visitar este monasterio (esto es extensible a cualquier monasterio ortodoxo). Ese día es la anunciación de la virgen (también es fiesta en España) y hay una peregrinación masiva a estos monasterios.
  • En este monasterio dejan sacar fotos en el interior de la iglesia, lo que no es habitual, así que aprovechad.
  • En la estación inferior del telesilla del lago Bezbog hay un restaurante muy bueno y muy barato. Especialmente recomendado si os gusta la trucha. También hay uno que tiene muy buena pinta en la carretera que va de Dobrenishte al telesilla.
  • Tanto en Dobrenishte como en Bansko hay varios sitios de aguas termales que tienen muy buena pinta, aunque nosotros no lo probamos.

Monasterio de Troyan

El desayuno en el hotel Strannopriemnitsa donde nos alojábamos fue estupendo. Un buen plato con tres huevos fritos, jamón cocido y más cosas, además de zumo de naranja natural. Desde allí, estábamos solo a 2 km del monasterio de Troyan. Amaneció el día con un poco de lluvia, y eso ayudó a que el monasterio estuviese prácticamente vacio, nada que ver con la experiencia que tuvimos días atrás en el monasterio de Bachkovo (podéis leer el artículo aquí). Aparcamos sin problema en la misma puerta y pasamos al interior.

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Como podéis ver en las fotos, estábamos casi solos. Este es el tercer monasterio ortodoxo más grande de Bulgaria, después del de Rila (que veríamos en los próximos días) y el de Bachkovo. La entrada es libre y gratuita. Aquí estaba permitido sacar fotos en el interior de la iglesia, lo cual no es habitual en estos monasterios.

Su nombre completo es Monasterio de la Dormición de la Santísima Madre de Dios, y está situado en un entorno muy bonito, en las montañas de los Balcanes Centrales. Como en todos estos monasterios, conviene evitar el 15 de Agosto para visitarlo, ya que es la festividad de la dormición (anunciación) de la virgen, y mareas de cientos de peregrinos acuden aquí. Mucho mejor verlo así, todo para nosotros.

Este monasterio fue fundado a finales del siglo XVI, pero la iglesia actual que se visita es una reconstrucción del siglo XIX, levantada entre los años 1835 y 1837. Eran los años del movimiento de Renacimiento Nacional Búlgaro, en los que, después de siglos de dominación otomana, empezaba a resurgir un sentimiento de identidad nacional en el pueblo búlgaro, lo cual llevaría a su independencia años después, en 1878. Durante esa época se reconstruyeron muchas iglesias y monasterios ortodoxos.

Después de verlo por dentro, salimos fuera, donde Inés pudo hacer lo que tanto le gusta hacer en estos monasterios e iglesias, encender velas y pedir deseos. Para ella, es el máximo aliciente para visitar cualquier tipo de iglesia. Si no se pueden encender velas, la iglesia no mola, da igual que sea románica, gótica, o lo que sea. La verdad es que poder ver la iglesia por dentro nosotros solos fue una pasada, te permite abstraerte completamente, admirar con placer cada detalle de la decoración y la arquitectura, dejar volar la imaginación... Una magnífica obra de arte para nosotros solos, sin distracciones ni ruidos.

Ya cuando estábamos acabando la visita, se puso a llover de nuevo. Fue una de esas raras ocasiones en que la lluvia mejora la experiencia en una visita turística. Ver llover en ese día nuboso y fresco de verano, bajo esas arcadas llenas de pinturas, fue un momento muy relajante, de esos momentos en que sientes que realmente, estás de vacaciones.

Como se puede ver en las fotos, la estructura del monasterio es la habitual en todos los monasterios ortodoxos de Bulgaria: La iglesia en el centro de un patio, rodeada por completo de una muralla de edificaciones donde están las dependencias privadas de los monjes.

Y una vez visto el monasterio, corriendo al coche para no mojarnos. Nos esperaba una larga ruta en coche hasta el parque nacional Pirin (cerca de cuatro horas), donde teníamos idea de comer, y también íbamos a pasar la noche.

Parque Nacional Pirin

Después de una larga paliza de coche de unas cuatro horas, en las que sólo paramos una vez en un área de servicio, llegamos por fin al parque nacional Pirin. La idea original era haber ido atravesando las montañas de los Balcanes Centrales por un puerto de montaña, que era como 45 minutos más lento, pero como el día estaba lluvioso y con niebla, no tenía mucho sentido, así que fuimos por la ruta más rápida que era yendo hasta Sofia, y desde allí hacia el sur. Esta variante era casi todo por una muy buena autovía.

Fuimos directamente hasta Dobrinishte, desde donde sale una carreterilla de montaña realmente bonita y estrecha, de unos 10 km, que lleva hasta la estación inferior del telesilla que sube al lago Bezbog. No esperéis verlo señalizado, yo no vi señales indicando este telesilla por ningún lado, nos ayudamos del gps.

La carretera que sube hasta allí desde Dobrinishte ya merece la pena hacerla aunque arriba no hubiese nada, es realmente bonita, como una culebrilla estrecha que serpentea pendiente arriba entre un espeso bosque de abetos. De camino, pasaréis por un restaurante que tiene buena pinta. Una vez que llegáis a la estación del telesilla, la carretera se acaba. Allí podéis aparcar sin problema, cuando fuimos nosotros no había casi nadie (es verdad que el día no acompañaba, como podéis ver en las fotos de abajo). De todos modos, me da a mi que este lugar no debe ser muy frecuentado ni haciendo sol. El telesilla se le ve bastante anticuado.

Allí mismo hay también un restaurante con muy buena pinta, especializado en truchas. Teníamos idea de comer en la estación superior del telesilla, pero nos apuntamos éste por si acaso arriba no se podía o no nos gustaba. Sin más dilación, desde el coche fuimos al telesilla, 48 euros pagamos por los tres (un poco caro para lo que suele ser Bulgaria). No había absolutamente nadie más montando, la verdad es que por un momento pensamos si no éramos un poco inconscientes, subiendo a lo más alto del parque nacional Pirin en un día como ese. Patri e Inés se montaron en una de las sillas, y yo en otra inmediatamente detrás. Abajo podéis ver el día que teníamos, en nuestro viaje hacia las nubes. Todas las sillas estaban vacías...

El viaje hasta arriba dura unos 25 minutos, hay que pasar por una estación intermedia a mitad de camino. La estación superior está a 2236 metros de altura, la mayor altura que se puede subir en el parque nacional en remonte mecánico (la estación inferior, donde dejamos el coche, está a 1600 metros).

Bueno, teníamos tiempo de sobra para disfrutar un poco del entorno y comer allí, eran sobre las 15:00 y el último viaje de vuelta salía a las 16:30. Arriba, como podéis ver en las fotos, hay un refugio-hotel bastante grande, que tiene también servicio de restaurante y una terraza. Nos acercamos al lago Bezbog por un sendero que sale del refugio, el lago está a tres minutos caminando, muy cerca.

Hay un cartel explicando un poco la flora y fauna del lugar, y es un sitio donde abundan los osos. Inés se puso en modo alerta, iba un poco preocupada después de ver eso en el cartel. La verdad, es que con ese día que teníamos, era el momento ideal para que un oso apareciese de repente de la nada, pero no fue el caso. Caminamos un poco por la ribera del lago, que estaba bonito con esa niebla, y además estábamos completamente solos.

Inés no hacía más que insistir en que nos fuésemos ya de allí, no quería ni hablar de alejarnos más del refugio, bordeando el lago. Estaba preocupada por los osos, y por que sabía que había una hora límite para bajar en telesilla. Volvimos al refugio y entramos a ver que tal estaba el restaurante. Se podía comer, pero era muy básico. Desde luego, no se acercaba siquiera al restaurante que había en la estación inferior. Este sitio es más bien para tomarte algo en la terraza (que no era el día) y comer algún bocadillo o cosa sencilla. Decidimos por lo tanto bajar ya, antes de lo planeado, y comer en la estación inferior. Durante la bajada, tuvimos la misma niebla que a la subida.

Abajo a la izquierda, llegando a la estación intermedia. A la derecha, se puede ver abajo del todo la estación inferior. Ya teníamos bastante hambre...

Y nada más llegar, directos al restaurante a comer. Estaba vacio, los trabajadores estaban tranquilamente sentados en una mesa, pasando el rato. Todos se movilizaron en zafarrancho de combate en cuanto entramos. La verdad es que comimos genial, la atención fue muy buena, y por sólo 38 euros en total los tres. Tienen de todo pero la especialidad es la trucha, que es lo que comí yo y estaba buenísima. En el exterior tienen un estanque con unos cuantos ejemplares bien grandes. Además, tienen una zona de columpios y cama elástica para los niños, abajo podéis ver unas fotos.

Después de unos cuantos saltos de Inés en la cama elástica, volvimos al coche. Hicimos de vuelta la carreterilla hasta Dobrinishte, y para ir al hotel teníamos que pasar por Bansko, a 8 km, la principal población del parque nacional. Teníamos pensado dar un paseo por aquí en algún momento, y la verdad, no íbamos a tener mejor momento que ese, así que nos metimos y aparcamos fácilmente en los alrededores del casco histórico (gratis, en la propia calle).

Nuestro plan era dar un paseo por Bansko, tomar un helado si es que encontrábamos alguna heladería, e ir al hotel, a sólo 10 km de Bansko. En el hotel nos relajaríamos en el spa hasta la hora de la cena. No era mal plan. Hay que decir que esta zona es abundante en aguas termales, y hay varios establecimientos tanto en Bansko como en Dobrinishte donde poder disfrutarlas. Nosotros escogimos un hotel que tuviera spa para poder acabar el día relajadamente ya en el propio alojamiento.

El casco histórico de Bansko es pequeñito, y es agradable, aunque carece de la espectacularidad de Plovdiv o Koprivshtitsa. Abajo podéis ver algunas fotos. Aparcamos cerca de la plaza principal, donde está el monumento más emblemático del pueblo, la iglesia de la Santísima Trinidad, de 1835, con un campanario que se ve desde todas partes. Las calles del centro histórico están alrededor de esa plaza.

Bansko es un buen lugar como parada para comer o cenar. En su centro, alrededor de la iglesia, hay varias tabernas (Mehana como dicen allí) que tienen muy buena pinta, como podéis ver en las dos fotos de arriba.

En la plaza de la iglesia hay una escultura enorme, que podéis ver en las fotos de abajo. Representa a Paisiy de Hilandar, el hijo más ilustre del pueblo (nació en Bansko). Fue un monje búlgaro del siglo XVIII (1722–1773), autor de la obra “Historia eslava-búlgara”, escrita en 1762 en el monasterio de Hilandar, en el Monte Athos (Grecia). Ese texto fue clave para despertar la conciencia nacional búlgara durante la dominación otomana, y por eso se le considera el precursor del Renacimiento Nacional Búlgaro.

Acabamos en una plaza donde por fin encontramos una heladería, y además al lado había una zona infantil con columpios. Patri y yo nos compramos dos buenos helados, e Inés prefirió una super piruleta de caramelo. Nos sentamos un rato en un banco mientras Inés jugaba en los columpios, después continuamos el paseo.

Después del helado y el paseo, volvimos al coche, y en 10 o 12 minutos ya estábamos en el hotel. Poco antes de llegar, hicimos una breve parada junto a la carretera para sacar una foto del pico Vihren (foto de arriba a la derecha), de 2912 metros de altura, el más alto de la cordillera de Pirin y el segundo de Bulgaria, después del pico Musala.

Este parque nacional es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde el año 1983. Ya estábamos a apenas 500 metros del nuestro hotel, el Green Wood Hotel & Spa. Desde sus jardines hay una vista muy similar a la que podéis ver en la foto de arriba.

El hotel que teníamos para esa noche, sobre el papel pintaba muy bien, pero acabó siendo un poco decepcionante. Se anuncia en booking como hotel con spa, pero no es cierto. Tienen una piscina interior a temperatura normal de piscina climatizada (unos 28 grados), pero eso no es un spa. Y menos aún en una zona donde hay aguas termales. Al instalarnos en nuestra habitación, nos pusimos rápidamente los bañadores y fuimos para el supuesto "spa". Abajo podéis ver un par de fotos.

De haberlo sabido, habríamos reservado en otro hotel, ya que hay varios con spa en toda la zona de Bansko y Dobrinishte, o habríamos ido a alguno de los balnearios que hay en la zona (En Dobrinishte hay uno con muy buena pinta). La piscina, como se puede ver en las fotos, no es que esté mal, pero no es un spa (quizá por eso estaba vacía). Estuvimos allí un rato y nos subimos a la habitación a ducharnos para bajar a cenar.

Esa fue la segunda decepción. La cena (de tipo buffet) es una de las peores cenas que he visto en un hotel, especialmente en un hotel que se supone que tiene esa categoría. Por esas dos cosas, y a pesar de que la habitación estaba bien de tamaño y las camas eran cómodas, no puedo recomendar este hotel. Por cierto, nosotros pagamos 81 euros por una noche con desayuno.

Después de cenar, nos fuimos a dormir. Al día siguiente abandonábamos Bulgaria (de momento) para seguir nuestro road trip por Grecia durante unos días. Aquí podéis leer el artículo de nuestra visita a la fascinante ciudad bizantina de Tesalónica.


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