
Ticino, Suiza
Fecha del viaje: Agosto de 2023
Este viaje había empezado tres días antes, llegando al aeropuerto de Milán desde Madrid. Desde allí, en coche de alquiler, fuimos hasta el lago de Como, donde pasamos dos noches. Podéis leer el artículo aquí.
Una vez dejamos nuestro alojamiento de Magreglio, las siguientes noches las íbamos a pasar en Suiza, en la región de la Engadina, y para llegar hasta allí atravesamos el cantón suizo de Ticino, el único del pais de habla italiana. Este artículo es sobre los sitios en los que paramos en este cantón de camino a nuestro destino final, la Engadina.
Recomendaciones importantes
- El viejo funicular de Monte Bré tiene mucho encanto, y merece la pena subir aunque sólo sea para comer en la fantástica terraza del restaurante que hay en la cima.
- Si vais con niños, la zona recreativa de monte Tamaro es muy divertida, especialmente el trineo de verano. En la cima hay un restaurante que también debe ser un buen sitio para comer.
- Y justo al lado, en la parte de abajo, está el spa, que es de los mejores que he estado. Un complemento ideal a la zona recreativa de montaña.
- Por falta de tiempo no pudimos visitarlo, pero los castillos de Bellinzona son espectaculares, una parada imprescindible también.
Así que después de desayunar por última vez en la fantástica terraza de nuestro apartamento en Magreglio, metimos todo el equipaje en nuestro coche, y pusimos rumbo a Lugano, la capital del cantón de Ticino. Hay 70 km que se tardan en hacer como una hora. Atravesamos Lugano junto a la ribera del lago, y siguiendo las indicaciones del GPS llegamos hasta la estación del funicular de Monte Bré, a las afueras de la ciudad. Naturalmente, en la frontera paramos a comprar la viñeta para los peajes suizos (42 CHF, unos 44 euros).
Aparcamos por allí mismo, había bastante sitio. No sabíamos si era zona de pago, pero no se veían parkímetros por ningún lado, así que lo dejamos sin más (nunca nos llegó ninguna multa). Como es típico en Suiza, no había ninguna cola para sacar los tickets del funicular, ni tampoco mucha gente para subir, éramos muy pocos. Al poco tiempo, ya estábamos subidos y listos para emprender la subida hasta la cima del monte Bré.
Este funicular fue inaugurado en 1912 y sube hasta la cima del monte Bré, a 925 metros de altitud. Está considerada como la montaña más soleada de Suiza. Desde arriba hay unas vistas increíbles del lago de Lugano, y los Alpes en días despejados. Parte cada media hora, desde las 9 de la mañana, y el precio es de 26 CHF (27 euros) adultos, 13 CHF niños de 6 a 15 años, y gratis para menores de 6 años. Más información en su web oficial, aquí.
En estas fotos de abajo podéis ver lo espectacular del lugar y de las vistas que hay desde allí. También hay una zona de columpios si vais con niños.
En la zona hay varios senderos por donde dar un paseo, admirando las amplias vistas sobre el lago. Y lo mejor de todo, el restaurante con terraza que hay en la cima. Si vas pronto, incluso puedes conseguir una de las mesas mejor situadas, desde donde se ve el lago. La verdad es que comimos fenomenal allí (a precio suizo, naturalmente, pagamos 85 CHF en total, unos 89 euros).
Después de comer y hacer alguna foto más, emprendimos el viaje de vuelta. Una vez en el coche, pusimos rumbo a Monte Tamaro, una zona recreativa en el monte del mismo nombre que tiene todo tipo de actividades, incluyendo un trineo mecánico de los que tanto nos gustan, y un balneario de primer nivel (que también nos encanta). El sitio ideal para pasar el resto de la tarde, y estaba a sólo media hora de distancia.
Nada más llegar, dejamos el coche en el amplio aparcamiento al aire libre (de pago) y cogimos el teleférico para subir a la cima del monte. El balneario lo dejamos para el final. Podéis consultar horarios, precios y todas las actividades que se pueden hacer en su web oficial, aquí. Nosotros sacamos un ticket con oferta que incluía la entrada al balneario para los tres, subida en teleférico a la cima y bajadas ilimitadas en el trineo mecánico. En total pagamos 175 CHF (184 euros).
Ya con los tickets en la mano, subimos en el teleférico hasta la cima del monte, a unos 1500 metros de altura. Allí hay una zona infantil de columpios bastante chula, un mirador, y por supuesto, el trineo mecánico. No es de los más espectaculares (somos unos expertos, hemos estado ya en unos cuantos) pero es muy divertido. La subida es en el propio trineo, en vez de en teleférico o telesilla que es lo habitual en los recorridos más largos. Abajo podéis ver unas fotos, y aquí tenéis un video para veais lo divertido que es.
Como teníamos entradas ilimitadas al trineo, hicimos un montón de descensos, como 5 o 6, hasta que acabamos hartos. Después de un buen rato disfrutando de esa zona en lo alto de la montaña, teníamos ganas de un poco de spa, así que cogimos el teleférico de vuelta, y empezamos la segunda parte de la diversión de la tarde. Abajo, fotos en el balneario.
Este balneario es sencillamente una pasada. A la altura de lo que uno espera en un pais como Suiza. Tiene piscinas exteriores e interiores, con agua calentita a unos 34 grados. Ahora, lo que más nos sorprendió fue la piscina de olas (agua a 30 grados), nunca había estado en una piscina con unas olas tan brutales, era realmente divertido. Fue lo que más gustó a Inés.
También hay una serie de toboganes acuáticos, pero la mayoría eran para edades de 8 años o mayores. Y por supuesto, un bar en el interior de la piscina principal, donde ya aprovechamos y nos tomamos algo (23 CHF las tres consumiciones). Para más información sobre este fabuloso sitio, podéis ver su web aquí.
Tanto nos gustó que apuramos el tiempo más de lo debido, y cuando salimos de allí era casi de noche ya, y nos quedaba una buena tirada todavía, 126 km hasta nuestro apartamento en Savognin (como una hora y cuarenta minutos).
Al poco de dejar atrás Monte Tamaro, pasamos por Bellinzona, donde ya no paramos por ser muy tarde. En esta ciudad hay tres castillos espectaculares que son patrimonio de la humanidad y que bien merecen una parada. Bueno, habrá que volver algún día. Para salir del cantón de Ticino hay que pasar el puerto de montaña de San Bernardino (2066 metros de altura), pero nosotros fuimos por el túnel (de casi 7 km de longitud), ya que era noche cerrada ya.
Llegamos a nuestra nueva casa cansados, pero aún nos hicimos algo de cena antes de irnos a dormir. Nos esperaban tres días muy intensos disfutando de esta región alpina llamada la Engadina, donde aún resisten algunos glaciares espectaculares. Podéis leer el relato aquí.
Volver a Inicio