
Jerusalén y Belén
Fecha del viaje: Octubre 2022
Jerusalén fue la última parte de nuestro intenso viaje familiar de 8 días a Israel y Palestina. Recorrimos el pais con coche de alquiler, y llegamos a Jerusalén provenientes de la fortaleza de Masada. Comimos en las cercanías de la fortaleza, junto al Mar Muerto, y luego emprendimos viaje a Jerusalén, donde llegamos por la tarde. Por fin estábamos en la ciudad sagrada, una de las que más huella ha dejado en la historia de la humanidad. Por eso y mucho más fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1981.
Gracias al GPS encontramos fácilmente nuestro apartamento, reservado por airbnb. Estaba bastante céntrico, a unos 25 minutos caminando de la puerta de Jaffa del recinto amurallado. Lo bueno es que tenía parking incluido. Aquí, nada más llegar, ya nos pasaron dos anécdotas bastante curiosas que dicen mucho sobre hasta qué punto la religión condiciona la vida de estas gentes. Hay que decir que el día de nuestra llegada fue Sábado, que es como nuestro Domingo (nuestro Domingo de los de hace 50 años, cuando solo abrían la panedería y el kiosko para comprar el periodico por la mañana, y todo lo demás estaba cerrado y bien cerrado).
Nos pasó que no sabíamos cómo abrir la puerta automática del parking del edificio. Estábamos investigándolo y en ese momento salió del edificio un vecino, así que Patricia y mi hermana se bajaron del coche a preguntarle. El vecino las dijo que era muy sencillo, en el movil tenía una app descargada justo para eso, y que con sólo pulsar un botón, nos lo podría abrir; pero claro, era Sábado, y su religión le prohibía usar aparatos electrónicos un Sábado, así que sientiéndolo mucho, no podía ayudarnos. Y sin más se fue. Nos quedamos flipando, la verdad.
Al final conseguimos hablar con el dueño, que nos dio el código para subir al apartamento (Le hicimos usar su móvil en Sábado, mil perdones jeje), y allí coger un móvil que nos había dejado con el cual podíamos abrir la puerta del parking. Tardamos un poco más, pero al final lo conseguimos.
Una vez el monovolumen aparcado, tocaba subir al apartamento, que era un quinto o un sexto, no recuerdo. El ascensor tardaba un montón, y cuando por fin llegó, no parecía obedecer a los botones, e iba parando en todas las plantas, algo rarísimo. Tardó un siglo en llegar a nuestro piso. Al día siguiente, hablando con alguien, nos enteramos de que los ascensores tienen una programación especial los Sábados, para que se puedan usar si pulsar ningún botón, ya que como decíamos antes no pueden interaccionar con aparatos electrónicos. De nuevo, con la boca abierta, la de cosas que estábamos aprendiendo...
Recomendaciones importantes
- Dos restaurantes que nos encantaron (en ambos cenamos) son los dos restaurantes que hay en el barrio Armenio. Desde la fortaleza de David, coged la calle que se interna en el barrio Armenio. Primero encontraréis a la izquierda la taberna Armenia, y unos pasos más allá, a la derecha, el otro restaurante. De lo mejor de Jerusalén.
- En la iglesia del Santo Sepulcro, se forman buenas colas durante el dia para entrar en el Edículo, el pequeño templete donde está la tumba de Jesucristo. Si quereis verlo sin esperas, id a última hora del día (el horario es muy amplio, cierra a las 21:00 de Abril a Septiembre, y a las 19:00 el resto del año). A esas horas en general la iglesia estará prácticamente vacía, mirad las fotos de cuando estuvimos nosotros
- Cuando estéis recorriendo la Via Dolorosa, haced una parada para coger fuerzas en el Hospicio Austríaco. Un auténtico remanso de paz en el bullicio del casco viejo de Jerusalén. Es un edificio decimonónico con bastante encanto, y unos jardines maravillosos con una cafetería donde tomarte una auténtica cerveza austríaca.
- Para visitar la explanada de las mezquitas, mucho mejor a primera hora de la mañana, es cuando menos gente hay. Y no olvideis llevar el pasaporte.
Día 1
Una vez instalados en nuestro apartamento, decidimos salir a descubrir el último y principal hito de nuestro viaje a Israel. Teníamos un paseo de unos 25 minutos hasta la puerta de Jaffa. El paseo es agradable, esta parte de Jerusalén está bastante occidentalizada, nada que ver con Akko o Nazaret. Para llegar al barrio viejo, atravesamos una zona comercial peatonal llamada Mamilla, llena de tiendas, que resultaba un paseo agradable.
Cuando llegamos a la puerta de Jaffa era ya de noche, así que paseamos un poco por el casco viejo, en los alrededores de la fortaleza de David, y buscamos un sitio donde cenar. Al lado de la fortaleza, sale una larga callecita que se interna en el barrio Armenio, y por allí nos metimos. Junto a la catedral, vimos un restaurante en un viejo edificio que debía de tener varios siglos, era muy chulo. La puerta estaba cerrada, pero a través de una ventana se veía luz en su interior. Asomándonos, se veía un salón muy bonito, con paredes y arcos de piedra. De repente, una chica entró en el salón, y dimos unos golpecitos a la ventana para llamar su atención. Resultó, y vino hacia la puerta para abrirla.
Cuando nos abrió, le preguntamos, en inglés, si se podía cenar. Parecía confundida, como si eso fuese un taller de coches más que un restaurante. Dijo que esperásemos y se fue al interior. Al poco volvió con la grata noticia de que sí podíamos cenar, qué maravilla. Nos pasaron a un patio interior muy bonito donde nos pusieron a los 8 en una mesa alargada.
No hay palabras para describir lo bien que cenamos esa noche, y muy bien de precio (para lo que es Israel en precios). Fue toda una experiencia, además estábamos solos, salvo un grupo de armenios que parecían conocidos de los dueños por la confianza que tenían con ellos. Intentamos volver las noches restantes, pero el truco de los golpecitos en la ventana no nos volvió a funcionar, ya no volvieron a abrirnos más. Es como si esa noche se hubiesen alineado los planetas, como si hubiésemos acertado por puro azar con el único día del año, o de la década, en que admitían clientes... Siempre recordaremos esa cena
Si lo buscais en google, el sitio tiene el nombre Bulghourji, aquí podéis ver unas fotos. La de la derecha es el patio interior donde cenamos nosostros.
Después de la cena, volvimos a casa dando un paseo. Al día siguuente nos esperaba un día intenso de descubrimientos...
Día 2
Después de desayunar en el apartamento, volvimos a dar el mismo paseo hasta la puerta de Jaffa. Este camino lo íbamos a hacer unas cuantas veces. Teníamos claro qué es lo primero que íbamos a hacer nada más llegar, y era visitar la fortaleza de David, que está situada justo al lado de la puerta de Jaffa.
Por cierto, en la plaza donde está la puerta de Jaffa y la fortaleza, hay un hotel, el New Imperial, que me parece un sitio estupendo para alojarse en la ciudad. La ubicación es absolutamente inmejorable, y tiene el encanto de los edificios históricos. El precio no es barato, eso sí, nos salía bastante más caro, como el doble, que el apartamento donde estábamos.
Aquí debajo podemos ver una foto de la puerta de Jaffa del año 1900, y justo al lado otra de la misma puerta, sacada por nosotros. La foto de la derecha es una vista general de la fortaleza de David, sacada desde la plaza que hay una vez traspasada la puerta de Jaffa.
La fortaleza de David en realidad tiene poco que ver con el rey David. Empezó a llamarse así en la época bizantina debido a una errónea identificación del lugar con el antiguo palacio de David. La fortaleza como tal fue construída por el rey Herodes el Grande, en el siglo I a.C., para proteger su palacio que estaba en esa zona.
Levantó tres grandes torres, de las cuales solo se conserva parcialmente la mayor de ellas, la torre de Fasael (llamada así en honor de uno de los hermanos de Herodes), que es la gran torre que se ve en la foto de arriba a la derecha. Desde la plaza, es la parte de la fortaleza más visual, más monumental. Fijándose en el tipo de sillares de piedra que hay en la torre, enseguida se ve que la parte más baja, hecha de grandes y toscos sillares de piedra, es la parte más antigua de la época de Herodes.
Después de la construcción inicial por parte de Herodes, ha sufrido múltiples destruccciones y reconstrucciones, hasta llegar a la forma que tiene actualmente. Fue destruída durante la ocupación romana del año 70 d.C. y la de los cruzados cristianos del año 1099. Más tarde, en el siglo XVI, Suleimán el Magnífico realizó grandes restauraciones, convirtiéndola en un gran cuartel.
Un par de fotos, en la entrada de la fortaleza, y vista del interior, desde el adarve de la muralla.
Lo mejor de la fortaleza de David, sin duda, son las vistas de Jerusalén que hay desde la torre. Las mejores de la ciudad. Para mi gusto, mejores aún que las que hay desde el monte de los olivos, que también son muy buenas.
Una vez vista la fortaleza, dedicamos un rato a callejear por el casco antiguo, cotilleando entre los mil puestos que hay en las calles. A las niñas esto les gustaba un montón, se lo pasaban pipa mirándolo todo. Para ellas, era como otro mundo muy distinto del que estaban acostumbradas a vivir.
Atravesamos todo el barrio musulmán, que es el más extenso de la ciudad, y salimos del casco antiguo por la puerta de Damasco, quizás la más monumental de todas las puertas de la muralla. Abajo se puede ver una foto actual que hicimos nosotros, con otra del año 1900. Hay que ver cómo ha cambiado...
Junto a la puerta de Damasco, cruzando la calle, se ve una estación de autobuses. Hacia allí nos dirigimos, ya que el siguiente destino era la ciudad de Belén. Encontrar el bus adecuado no fue sencillo, la verdad, tuvimos que preguntar a varias personas, pero al final conseguimos situarnos bien, y sólo fue esperar un rato a que llegase el nuestro.
Una vez nos pusimos en marcha, tardamos como una hora en llegar a Belén. El tráfico es bastante denso, y por suerte no paramos en ningún control de policía. Una cosa que no sabíamos, es que el bus no te deja exactamente en el centro histórico, donde la basílica de la Natividad, sino a 2 km, una media hora caminando. Como íbamos con las niñas y personas mayores, era demasiado, pero no hay problema, por que justo donde te deja el bus, hay unos cuantos taxistas a la caza del turista. La negociación fue dura, por que en Israel en general todo es bastante caro. No recuerdo cuanto pagamos por los dos taxis, pero sí que me pareció demasiado por un trayecto de sólo 2 km.
Aquí en Belén todo el mundo es palestino, el cambio con respecto a Jerusalén (especialmente la parte Oeste de la ciudad, donde teníamos el apartamento) es brutal, es mucho más que un simple cambio de pais. Los taxistas van a toda leche, realmente a toda leche. Mi madre y mi suegra iban asustadas, y las niñas muertas de la risa, como si fuera una montaña rusa del parque de atracciones. Además el taxista te va dando conversación, gran parte del tiempo ni siquiera está mirando de frente.
Lo bueno es que en unos minutos, ya estábamos frente a la basílica, y de una pieza. Naturalmente, nos insistieron para que el trayecto de vuelta lo hiciésemos con ellos, cerramos el mismo precio y quedamos en unas tres o cuatro horas en el mismo sitio.
La imagen de la basílica nada más bajar del taxi es espectacular. Había mucha gente, eso sí. Nos encaminamos hacia ella y entramos por la diminuta puerta, en la que hay que agacharse sí o sí. El motivo de que la puerta sea tan pequeña es para evitar que la gente entrase a caballo en la antiguedad.
En la foto de arriba a la izquierda, se puede ver hasta qué punto es pequeña la puerta de entrada. Esta basílica fue construída por el emperador Constantino en el siglo IV, en el lugar donde supuestamente nació Jesucristo. Esa iglesia primitiva fue destruída en revueltas posteriores, y Justiniano la mandó reconstruir en el siglo VI.
Gran parte de la estructura actual de la iglesia pertenece a esa época, es por lo tanto muy antigua. Es de hecho una de las iglesias conservadas en su forma original más antiguas del mundo. La puerta principal en su origen no era así de pequeña, esa es una modificación de la época de los cruzados, por el siglo XI o XII. En la nave principal, esas columnas de mármol que se ven a ambos lados son de la época de Justiniano, que luego fueron decoradas por los cruzados con imágenes religiosas. Los restos de mosaicos que quedan en las paredes son también de época cruzada.
En la foto de la izquierda, la entrada a la Gruta de la Natividad. Una cueva subterránea que ya desde el siglo II era venerada por los primeros cristianos como el lugar exacto del nacimiento de Jesús. Constantino la integró en la primera basílica, y en la reconstrucción de Justiniano se remodeló. Lo que hoy se ve es en gran parte de esa época. La estrella de plata que marca el punto exacto del nacimiento es un añadido más moderno de 1717.
En la entrada a la Gruta de la Natividad, que está bajo el altar, tuvimos que esperar un poco de cola, es un espacio muy pequeño. Es un sitio con mucha espiritualidad. Después, fuimos a ver el claustro.
Una vez fuera de la basílica, era ya la hora de comer. Justo en la plaza donde está la basílica hay un sitio que está bastante bien, es grande y comimos bastante bien. Luego dimos un paseo por las calles de alrededor, que hay bastantes puestos de venta, pero la verdad es que nos gustaron más los de Jerusalén.
Después del paseo, fuimos a por nuestros taxistas, que nos estaban esperando en la plaza. Nos dejaron en la parada del bus, y ahí tuvimos que esperar bastante rato hasta que pasó el siguiente. Además, para entrar en Jerusalén no es lo mismo que para salir. Tuvimos que parar en un control del ejército, donde unos soldados se subieron al bus y revisaron cuidadosamente a todo el mundo. A nosotros nos pidieron el pasaporte a todos.
Una vez en Jerusalén, ya era de noche, así que decidimos ir a la iglesia del Santo Sepulcro, que sabíamos que abría hasta tarde. Que buena idea fue esa, estaba abierta (aun faltaba una hora para el cierre) y no había casi nadie, la teníamos casi para nosotros solos.
Antes de entrar en la iglesia, a la derecha hay unas escaleras exteriores, que empiezan en la misma calle, que llevan al gólgota, el lugar exacto de la crucifixión de Cristo. Las niñas enseguida se lanzaron a subir las escaleras, llenas de curiosidad. LLevan hasta una capilla en la planta superior de la iglesia, donde se conserva la roca en la que fue clavada la cruz en la que fue crucificado Cristo, protegida por un cristal, como puede verse en la foto de la derecha.
Una vez entras en la iglesia, lo primero que te encuentras es la piedra de la unción, que es la piedra donde fue depositado el cuerpo de Cristo al bajarlo de la cruz. Esta piedra no es la original, fue puesta ahí en 1810. Normalmente está llena de gente que se arrodilla y reza junto a ella, pero a estas horas no había prácticamente nadie, como puede verse en la fotografía de arriba a la izquierda.
En la imagen de abajo podemos ver un esquema de la basílica. El edificio se construyó desde la primera iglesia de Constantino, para que incluyera todos los lugares sagrados para los cristianos. Es decir, el gólgota, donde fue la crucifixión, y la tumba subterránea donde más tarde fue llevado el cuerpo de Jesús
Todo el terreno se excavó, de forma que sobre lo que antes era la gruta donde estaba la tumba de Jesús, se construyó el templete o Edículo, que es el recinto más sagrado de la iglesia. Y sobre la elevación rocosa del gólgota, se construyó la capilla que visitamos antes, dejando parte de la roca que formaba ese gólgota protegida por un cristal.
Aquí van algunas fotos más del interior de la iglesia. Realmente, a esa hora del día, y sin gente en su interior, había una paz y un silencio que aumentaban la espiritualidad del lugar, invitando a recorrerlo lentamente, observando y meditando tranquilamente en cada rincón.
Sobre estas líneas, la primera foto es del Edículo, bajo la cúpula de la basílica. Es el lugar más sagrado, y normalmente hay una cola que puede suponer más de una hora de espera. A no ser que hagas como nosotros y vengas a última hora del día. La siguiente foto es en el interior del Edículo, en la misma tumba de Jesús. La tercera foto es en la capilla de Santa Helena.
Esta capilla es la parte más baja de la iglesia, para llegar a ella hay que bajar una larga escalera, lo que aumenta la sensación de retiro y espiritualidad. En tiempos de Jesús, esta zona era una cantera abandonada, por lo que era un lugar con un relieve accidentado. Por esa razón, esta capilla se ubicó en el espacio más profundo de esa cantera. Según la tradicción, fue aquí donde se encontraron los restos de las cruces que se usaron en la crucifixión. En lo más profundo de la capilla se puede ver la roza madre de la antigua cantera romana.
Al final estuvimos en la iglesia hasta que nos echaron, fue una experiencia realmente intensa y bonita. A la salida, ya teníamos hambre, así que era el momento de buscar un sitio para cenar. Lo teníamos claro, volver al armenio de la noche anterior. Lamentablemente, esta vez no nos abrieron, así que acabamos cenando en un restaurante también muy chulo (aunque no tanto) en la plaza de la puerta de Jaffa.
Y después de cenar, otro paseo, esta vez hasta nuestro apartamento. Nos habíamos ganado un buen descanso. Al día siguiente tocaba madrugar más, ya que queríamos visitar la explanada de las mezquitas a primera hora.
Día 3
Toca madrugar. El primer hito del día es la explanada de las mezquitas, y para los no musulmanes, el horario de visita es sólo de 7:30 a 10:30, y luego de 12:30 a 13:30 (Viernes y Sábados cerrado). Según hemos leído, lo mejor es ir a primera hora de la mañana, para evitar largas colas, así que justo eso vamos a hacer.
Salimos del apartamento sin desayunar siquiera. Llegamos hasta la puerta de Jaffa, y luego a callejear por el casco viejo. Todas las tiendas están aun cerradas, se hace raro pasear por aquí sin el bullicio del día anterior. Sobre las 8:00 de la mañana ya estamos allí, y hay cola... No demasiada, pero nos toca esperar entre 20 minutos y media hora hasta llegar al control de seguridad.
Hay un control de seguridad bastante férreo en la entrada, y es lo que hace que todo vaya lento. Hay que enseñar el pasaporte, muy importante, no vayáis sin él. Además hacen una revisión general de mochilas. Una cosa curiosa sobre esto, es que más que bombas o armas, lo que buscan con más ahínco son símbolos religiosos. No está permitido rezar en la explanada, más que para los musulmanes, así que como te pillen una biblia, crucifijo, u otra cosa similar, se lo van a quedar y luego lo recoges. Es increíble, la verdad, a que grado de estupidez llegamos los humanos.
Una vez pasado el control, subimos a la explanada por una pasarela de madera volada, desde la que hay estupendas vistas del muro de las lamentaciones, como podéis ver en las fotos de abajo.
Estas dos últimas fotos de arriba, las dos de la derecha ya son en la explanada. Lo malo es que los no musulmanes no podemos entrar ni en la mezquita de Al-Aqsa ni a la Cúpula de la Roca, pero aún así, la explanada, o monte del templo, como también se le llama, es un lugar espectacular que nadie que venga a Jerusalén debería perderse (además es gratis).
Una vez allí, nos dedicamos a pasear, admirar, y hacer fotos. No hay mucha gente, se puede disfutar del sitio perfectamente, y eso es justo lo que hacemos durante la siguiente hora, más o menos.
En la primera foto de la izquierda, la entrada de la mezquita de Al-Aqsa. Como te acercases un poco, el hombre de la silla saltaba como si tuviera un resorte y empezaba a jurar en arameo mientras te hacía gestos claros con las manos de que te alejaras.
La explanada es el lugar donde antiguamente estaba el templo de Salomón, el lugar más sagrado para los judios, y que fue completamente destruído por los romanos durante la sublevación judía del año 70 d.C. Siglos después, los musulmanes construyeron aquí la mezquita de Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca (levantada exactamente sobre el lugar que ocupaba el templo, y llamada así por que está construída sobre la roca desde la que, según la tradicción, Abraham ascendió a los cielos). Son las dos mezquitas más antiguas del mundo. Además, la explanada está rodeada de edificios de la época mameluca y otomana.
Sobre estas líneas, Inés y Nora juegan en otro edificio importante, el pequeño templete situado junto a la Cúpula de la Roca. Se llama la Cúpula de la Cadena, fue levantado igualmente en el siglo VII (lo que convierte a ambos en dos de los edificios más antiguos del mundo de arquitectura islámica). Marca el lugar donde se celebrará el juicio final, y una cadena detendrá a los pecadores, y dejará pasar a las almas puras. Inés y Nora no parecían darle tanta trascendentalidad
Sobre estas líneas, en la primera foto, las niñas guiándonos en la búsqueda de la salida. Qué increíble es la inocencia de los niños, que un lugar que muchos adultos revisten de una trascendentalidad sobreactuada, desproporcionada; ellos lo convierten, con la mayor naturalidad del mundo, y sin ninguna malicia, en un sitio de juegos.
En la segunda foto, en la única salida de la explanada para los no musulmanes. Si intentas salir por otro lado y no tienes pinta de musulmán, no te van a dejar. Y en la tercera foto, esa salida da directamente a una calle abovedada muy bonita llena de puestos de venta.
Atravesando el mercado contínuo que es el casco viejo de Jerusalén, llegamos a la plaza de la puerta de Jaffa, donde desayunamos en un restaurante allí mismo. Después, la siguiente parada del día es la parte superior del monte de los olivos, donde hay un mirador estupendo. La distancia no es mucha, unos 2 km, pero cuesta arriba, así que para ahorrar tiempo y energías decidimos subir en taxi hasta el mirador y volver caminando.
En la misma plaza de la puerta de Jaffa hay unos cuantos taxis, lo que es un dolor es la negociación del precio. Es carísimo, por un viaje de menos de 10 minutos. Después de muchas negativas, conseguimos llegar a un acuerdo (no recuerdo el precio, pero mucho más de lo que costaría en Madrid). El mirador está junto al hotel Seven Arches, y hasta allí nos llevan los taxis. Desde allí la vista es espléndida, como puede verse en las fotos.
En primer término se ve el cementerio judío, donde quiere ser enterrado todo el mundo, ya que como el juicio final será en Jerusalén, serán los primeros en ser resucitados. Desde allí empezamos nuestro camino cuesta abajo, siguiendo el camino que supuestamente siguió Jesús en su día cuando fue a Jerusalén.
Hicimos una parada en la iglesia de "Domus Flevit", levantada sobre el punto donde Jesús se paró a ver la ciudad y lloró, al anunciar que su padre le había dicho que un día sería destruída. Y luego otra parada más en el huerto de Getsemaní, el famoso "Huerto de los olivos", donde Jesús fue apresado por los romanos. Además de los olivos milenarios, hay una iglesia construída sobre la roca en la que Jesús rezaba cuando fue apresado.
En las dos primeras fotos, la iglesia del huerto de Getsemaní, con la roca, en su interior, donde Jesús rezaba cuando fue apresado. En la tercera foto, entrando en el casco viejo de Jerusalén por la puerta de los leones, el comienzo de la famosa Via Dolorosa. En las dos últimas fotos, unos ejemplares de los olivos milenarios que se conservan en el huerto.
Nada más pasar la puerta de los leones, hay que ponerse a buscar las plaquitas que van señalando cada una de las estaciones del Via Crucis, que representa momentos significativos del camino que siguió Jesús desde que es condenado a muerte, hasta que es crucificado. Son 14 puntos, o estaciones. Los 9 primeros están en el recorrido desde la puerta de los leones hasta la iglesia del Santo Sepulcro, y los 5 últimos, dentro de la propia iglesia.
Para Inés y Nora fue como un juego ir buscando las plaquitas que identificaban cada estación, algunas no son fáciles de ver. Aquí abajo podéis ver fotos de algunas.
A mitad camino hicimos una parada en el hospicio austríaco, un edificio de mediados del siglo XIX que fue residencia del cónsul austriaco y ahora funciona como albergue de peregrinos. Tiene un jardín con una terraza donde puedes tomarte algo, y es un auténtico remanso de paz, un merecido descanso del bullicio de la ciudad, para disfrutar de un poco de paz y coger energías para sumergirte de nuevo en esta mágica ciudad.
Sobre estas líneas, un esquema de las diferentes paradas de la Via Dolorosa. A la derecha, iglesia de la Condenación y Flagelación. Fue construída en el lugar donde se situaba el cuartel general romano, donde Poncio Pilato condenó a muerte a Jesús y lo hizo azotar. Aquí están las dos primeras estaciones de la Via Dolorosa. La iglesía actual es una reconstrucción del siglo XIX.
Abajo, más fotos de las diferentes paradas que van a apareciendo durante el paseo.
Arriba a la derecha, parada IX de la Via Dolorosa, junto a la entrada de la iglesia Copta. Muy recomendable entrar aquí. Sin ser muy monumental, es bastante original y distinta de las demás iglesias. Abajo a la izquierda, la fachada del hospicio austríaco. No dudeis en entrar, especialmente si os gusta el apfelstrudel. A la derecha, la iglesia del Santo Sepulcro, punto final de la Via Dolorosa. Asomamos la cabeza y estaba llena, así que no entramos, teníamos un recuerdo demasiado bonito de la noche anterior como para estropearlo. Una pena que la plaza de la iglesia estaba de obras y había unos andamios y maquinaria que estropeaban la foto.
Estaba siendo un día muy, pero que muy bien aprovechado. No hay como madrugar... Una vez visto esto, fuimos a comer, y decidimos hacerlo en la plaza de la puerta de Jaffa, en el mismo sitio donde habíamos desayunado. Y después, a por otro de los hitos del día, el muro de las lamentaciones.
Aquí también hay que pasar un estricto control, y además tuvimos que separarnos, pues hay un trozo de muro para los hombres (más grande) y otro para mujeres. Así que yo me fui por un lado, y el resto de la tropa, por el otro. La verdad me sentí un poco raro, todo el mundo rezando con una intensidad que pareciera que iban a levitar en cualquier momento... En el lado izquierdo del muro, hay un arco de piedra por donde se puede pasar, que es realmente una sinagoga. Estaba completamente llena de judios rezando con una devoción indescriptible.
En esa sinagoga se puede observar el fabuloso arco de Wilson, que hace de techo de la sinagoga. Pongo una foto de internet, yo no me atreví a sacar la cámara, con tanto fervor religioso me dio miedo de que me lapidaran allí mismo. Ese arco es lo único que queda del acceso elevado al monte del templo de la época de Herodes, cuando una enorme calzada sobreelevada subía hasta la parte superior del monte.
Una vez visto esto, teníamos una visita guiada reservada para los túneles del templo. Se trata de una visita por unos subterráneos que son paralelos al muro occidental, del que los aproximadamente 60 metros que están al descubierto, son el conocido como muro de las lamentaciones que acabábamos de ver.
Lo que se ve son restos de la antigua ciudad romana, que han ido quedando enterrados por siglos de historia en los que se ha ido construyendo encima. Si queréis mi opinión, esta visita merece la pena si tienes un nivel de inglés suficiente (no era nuestro caso) como para entender las explicaciones del guía. Realmente no se recorre mucho, y se ven cosas que están bien, pero que sin la explicación, no sabes lo que estás viendo. Pongo unas fotos para que os hagais una idea.
Y después de esta visita, ya de noche, fuimos hasta el barrio armenio a ver si podíamos repetir en el restaurante que tanto nos gustó la primera noche, pero nada. Imposible. Pero no pasa nada, por que justo unos metros antes, en la misma calle, hay una taberna armenia que también tenía muy buena pinta. Por suerte había sitio, por que no es un restaurante muy grande. Por dentro es como un museo, lleno de antiguedades. La verdad es que era un sitio precioso, y cenamos bastante bien.
Día 4
Nuestros últimos momentos en Jerusalén, todo se acaba... Nos levantamos pronto para aprovechar al máximo, sobre las 12:00 teníamos que estar de vuelta en el apartamento para meter las maletas en el monovolumen y coger carretera hasta el aeropuerto. Decidimos salir sin desayunar, y hacerlo en el casco viejo. Una vez allí, empezamos a callejear buscando un sitio que nos gustase, y encontramos uno con terraza cerca de la iglesia del Santo Sepulcro. Desayunamos muy bien, con toda clase de entrantes, zumos naturales, y unas tortillas francesas. Buen comienzo del día.
Luego, gran parte del grupo quería aprovechar para hacer las últimas compras. Muchos nos llevamos un belén tallado en madera de olivo, que es muy típico allí, y los hay realmente bonitos, con el portal de Belén tallado en una raíz de olivo. Como siempre, cuanto más grande y bonito, más caro. Un consejo, regatead mucho, los precios en el mercado de Jerusalén están bastante inflados. Un belén de los grandes, se puede sacar por un 40% del precio de salida, menos de la mitad.
Bajo estas líneas, desayunando en una calle del barrio cristiano, muy cerca de la plaza del Muristán, que aparece en la foto de la derecha.
A la izquierda, con las últimas compras del viaje. Patricia y yo aprovechamos para hacer una escapada y fuimos a visitar de nuevo la iglesia del Santo Sepulcro. No estaba tan llena como el día anterior, pero era más temprano.
En la iglesia del Santo Sepulcro podría estar durante horas haciendo fotos, o simplemente contemplando el lugar, el ir y venir de la gente, muchos admirados ante tanta majestuosidad, otros emocionados por la espiritualidad del sitio.
La foto de la derecha son restos del Cardo Máximo, una de las calles principales de la ciudad romana, que está oculta entre las calles del mercado. Y por fin nos encontramos todos a la hora señalada junto a la puerta de Jaffa, para poner rumbo a nuestro apartamento, y de allí al aeropuerto. Otro viaje que se acaba, y que nos deja grandes recuerdos.
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